100. EL FUTURO SE MULTIPLICA
(ARIANA JÁUREGUI)
Habían pasado algunas semanas desde que Ethan nos había dado los anillos, un gesto que selló nuestro compromiso de una forma tan íntima y especial. Sin embargo, en medio de la emoción y los planes que habíamos comenzado a tejer, la prueba de embarazo había quedado relegada a un segundo plano. Surgieron otras prioridades, pequeños incendios que requerían nuestra atención inmediata.
En mi caso, el fuego se encendió en Los Ángeles. Silvia y mi madre, como un dúo implacable, intensificaron sus llamadas y mensajes, exigiéndome que regresara. «No tiene ningún sentido que te hayas mudado a Corea», me repetían, con un tono que oscilaba entre la preocupación fingida y la abierta hostilidad. «Estás tirando tu carrera por la borda. ¿Qué vas a hacer allá?». La presión era constante, asfixiante. Me sentía atrapada entre dos mundos: el amor que estoy construyendo en Seúl, junto a Ethan y Sarah, y el peso de una vida que me habían impuesto desde que era una niña. «Ya no más», me di