Verdad o mentira

El camino hacia la mansión Singh  fue algo incómodo para el orgulloso castaño, aquella chica hermosa, sencilla y parlanchina, era nada más y nada menos que su esposa, aquella a la que su padre le había insistido mucho conocer y a la que se había negado por completo, recordaba el momento en que le entregaron los papeles de matrimonio, su padre había hecho muchos planes, ridículos en su mayoría, una gran boda con un enorme pastel de boda, la novia en un delicado y sexy vestido blanco, quizás a la luz de la luna en alguna bella playa privada...se sentía asqueado con la sola idea, no quería una boda, ni si quiera una novia, ¿Para que necesitaba aquello? Podía tener a cualquier mujer que deseara a sus pies, todas caían rendidas, sea por su enorme atractivo o lo grueso de su cartera, todas querían lo mismo, lujos, dinero, la oportunidad de tener sexo con él, las mujeres eran todas iguales, interesadas, frívolas, aburridas...sin embargo, ante la amenaza de su padre sobre negarle su herencia y el cargo de patriarca al momento de su muerte, acepto la molesta condición, casarse, su padre escogió a su esposa, y a él, ni siquiera le interesó saber quién era ella, firmo aquellos papeles y al momento en que la joven lo hiciera estarían legalmente casados, sin embargo, se negó rotundamente a tener una cursi boda, y posteriormente, logro posponer durante un año completo el conocer a quien ya era su esposa, siempre pensando en que era una mujer como cualquier otra: interesada.

La sorpresa que se llevó cuando Adam mando por fax una copia de los papeles de divorcio y posteriormente la visita del molesto August, abogado de los Anderson, con los documentos en regla exigiendo su firma por un divorcio necesario, fue mayúscula, y quiso saber qué clase de mujer le pediría a EL divorciarse, no había usado la tarjeta de crédito, no había tocado un solo dólar de su cuenta ni siquiera para comprar jabón, nada, absolutamente nada, sintiéndose intrigado, viajo hasta su viejo hogar para conocer a la mujer que lo rechazaba tan airosamente y sin contemplación, aunque, jamás imagino que la hermosa joven del auto viejo y belleza única, era la misma que le exigía separarse de él.

- ¡Adam! He vuelto, perdona la tardanza, pero mi auto se averió de nuevo - decía Madison llamando al viejo mayordomo.

- Le he dicho mil veces que compre un auto nuevo o tome alguno de la colección de mi amo –

El viejo mayordomo abrió su enorme boca para decir el nombre de su amo, pero este hablo primero interrumpiéndolo.

- Adam, tiempo sin verte, Jacob me ha mandado a cuidar de la mansión, espero contar con tu apoyo - dijo el castaño mirando fijamente al viejo mayordomo.

Adam entendió de inmediato, su amo se había conmocionado por el divorcio solicitado y había viajado para conocer a la joven, sabiendo bien el alias que solía usar cuando no quería decir su verdadera identidad se calmó y lo saludo.

- Bienvenido sea joven Jason, su presencia traerá alegría a la mansión - respondió el anciano.

Jacob sonrió complacido.

- El joven Jason me ayudó muy amablemente trayéndome hasta aquí, Adam, he encontrado el departamento perfecto en la ciudad, me mudare en unos días, para mí es un gran alivió saber que Jason se quedará contigo, no quería dejarte solo aquí - dijo la joven abrazando al anciano.

Jacob observo en silencio aquella curiosa escena, la hermosa azabache parecía tener un cariño genuino por su viejo sirviente, aquello no era normal, no desde su personal punto de vista.

- ¿Entonces se irá en unos días? Es una verdadera lástima, me hubiese gustado convivir un poco más con usted señorita White - dijo el apuesto castaño.

Madison sonrió y de inmediato saco de su bolso una pequeña libreta, apuntando algunas cosas cortó la hoja y entrego el trozo de papel al castaño.

- Esa será mi dirección, me gusta mucho la mansión Singh, pero he solicitado el divorcio al Sr. Jacob, no tendré más derecho a andar libremente por aquí –

- ¿Dices que es pequeño el espacio? - pregunto alzando una ceja el castaño.

- Oh no tiene que preocuparse joven Jason, es suficiente espacio para mí - rio la jovencita.

- Ya veo, imagino que cargará por esos gastos a la tarjeta de mi primo - respondió Jacob.

Madison ensombreció su semblante.

- De ninguna manera - dijo orgullosa Madison.

- Puedo cubrir perfectamente bien mis gastos yo sola - remato la bella mujer.

Aquellos recuerdos de la noche anterior aun le provocaban una jaqueca severa, su esposa era una mujer orgullosa y de carácter…muy diferente a lo que había supuesto de ella.

- Parece muy pensativo joven Jason - la melodiosa voz de Madison había arrebatado a Jacob de sus pensamientos abruptamente.

Mirando a aquella mujer, Jacob se sentía intrigado y extrañamente fascinado, sin duda alguna Madison White era una mujer extraña, nunca había conocido a alguien como ella, pero su desconfianza natural le hacía creer a ratos que la chica solo podía estar fingiendo, sin embargo, su soltura natural y el cariño genuino que había percibido, le tenía su servidumbre, volvía a la hermosa jovencita aún más indescifrable y misteriosa, tanto que había decidido quedarse el tiempo necesario para descubrir la verdad acerca de ella.

El molesto sonido de una pegajosa melodía irrumpió el ya incómodo silencio entre Jacob y Madison, la joven, se apresuró a tomar de la pequeña mesita de jardín lo que parecía ser su teléfono celular.

- ¿Si? Habla White - respondió formalmente la jovencita.

- ah, joven ¡Enzo!...por supuesto que estoy libre ahora, suena divertido visitar el centro, ya volveremos a la universidad y será de nuevo un mar de ocupaciones...¿Te parece bien a las 3? Será perfecto, nos veremos en Amore a esa hora, ¡bye bye! - aquella llamada había sido breve, pero había escuchado lo suficiente para saber que se vería con un chico, aquello hizo que una sonrisa de decepción se curvara en su rostro.

- ¿Saldrás con un muchacho eh? No crees que es inapropiado que lo hagas cuando aún eres la esposa de mi primo - dijo Jacob riendo y mirando fijamente a la joven.

Madison solo sonrió.

- Pienso que un hombre casado debería tomarse la molestia de visitar a su esposa de vez en cuando... además...es seguro que no perdió el tiempo durante todo este año... seguramente debió pasarla lindo con algunas chicas alguna vez...y sin más que decir, me temo joven Jason que ese asunto no es de su incumbencia - respondió Madison sonriendo para después abandonar el incómodo espacio para alistarse.

Jacob se sorprendió por sus palabras, era cierto, ¿Como podía reclamar algo cuando el jamás se tomó la molestia de siquiera conocerla? Además, era cierto lo que había dicho, no había perdido el tiempo, durante todo ese tiempo tuvo a toda la mujer que quiso tener, una tras otra desfilando por su cama, sin si quiera preguntarse cómo se encontraba aquella que si debía tener cabida en su vida...su esposa.

- Adam - llamo Jacob a su sirviente.

El anciano acudió rápido al llamado de su amó, habiendo escuchado brevemente la discusión entre ambos jóvenes.

- Dígame amo - respondió el anciano mayordomo.

- ¿Tú sabes quién es este Enzo que ha invitado a salir a mi esposa? - pregunto bastante irritado el castaño.

Adam suspiro, el joven Wolf solía ser entrometido y bastante inoportuno siempre.

- Si señor, el joven Wolf es compañero universitario de la señorita, y según tengo entendido, se conocen desde hace años cuando iban en preparatoria, se tienen mucho cariño y confianza - respondió el viejo Adam.

Jacob medito un momento y después de levanto abruptamente de su lugar.

- Adam, haz que preparen mi auto, saldré un momento - ordenó el apuesto castaño.

Madison había decidido usar un cómodo vestido veraniego de tirantes en un bonito color celeste con hermosas flores rosadas estampadas, este, le llegaba arriba de las rodillas dejando ver sus torneadas piernas, las cómodas sandalias blancas hacían juego con sus pequeños aretes de perla, recuerdo de su amada madre, se había sujetado su larga cabellera azabache en una cola alta, el calor lo ameritaba, viéndose una última vez en el espejo sonrió, era bueno no tener que abusar del maquillaje, tomo su celular y pidió un taxi de aplicación, su auto aún estaba en reparación, salió a la entrada de los jardines cuando observo salir a Jason, parecía molesto pero no le importaba, por supuesto que estaba mal salir con otro chico cuando aún estaba casada, pero recordando todas aquellas veces que se sintió frustrada al no conocer el rostro de su esposo la aliviaban de la culpa, todo ese tiempo, tan siquiera una fotografía...pero nada...solo silencio.

Finalmente el taxi llegaba y la dirigía a su destino, la cafetería Amore, el lugar era un modesto pero muy agradable recinto, totalmente a su gusto, las blancas paredes contrastaban con las vistas turquesa y los muchos marcos de retratos con textos dirigidos para animar a los comensales, las pequeñas mesitas de madera le daban un toque hogareño y pacífico al lugar, aquella cafetería era como su hijo, había invertido cada dólar que tenía en ella y ahora le retribuía ganancias suficientes para vivir cómodamente, se sentía orgullosa de sí misma por ello, aún recordaba la sugerencia de Jason, tomar dinero de su "esposo", la sola idea le revolvía el estómago, preferiría tragar piedras antes que tomar algo de ese hombre que ni siquiera formaba parte de su nómina de vida, finalmente sería libre de aquel matrimonio falso y podría enamorarse de verdad...si es que le ocurría, el amor nunca fue parte de sus prioridades, por supuesto, como la mayoría de las chicas alguna vez soñó con tener una boda de ensueños y cuento de hadas, dónde ella sería la hermosa princesa que viviría al lado de su amado príncipe...pero al crecer aquellos sueños se fueron transformando en recuerdos de tiempos mejores, dónde solo era una niña que vivía feliz al lado de su madre, hermano y abuelo, dónde Maddox podía caminar y ella solo podría preocuparse por seguir soñando aquellas cosas hermosas...todo era muy distinto ahora, sus sueños eran otros, sería médico, el mejor, haría que su hermano volviera a caminar y vivirían felices juntos, sin importar nada más...nada era más importante que eso.

- Hey Madison - la ronca voz de Enzo la sacó de sus memorias melancólicas, el joven moreno de hermosos ojos turquesa y porte agresivo, pero bastante atractivo ya la estaba esperando.

- Hey Enzo, hace tiempo que no te veía - respondió la chica, ambos jóvenes se sentaron en una cómoda mesita junto a la ventana, sin saber que estaban siendo todo el tiempo observados por los dorados ojos de Jacob Singh.

- Ah Madison, ¡No sabía que vendrías hoy! Aún no he hecho el balance de este mes, pero si me das oportunidad te lo tendré listo está semana - dijo una joven pelirroja de bonitos ojos turquesa.

Madison sonrió complacida.

- No vine por eso Eimy, hoy solo vengo en calidad de cliente, es bueno pasar un buen rato con amigos de vez en cuando - respondió la bella azabache.

Eimy no podía evitar sonrojarse cada vez que Madison visitaba la cafetería junto al joven Enzo, era un chico muy apuesto, aunque pasaba de ella monumentalmente, todos los que los conocían sabían bien que el apuesto ojos turquesa estaba profundamente enamorado de la hermosa azabache, y aunque los tres se conocían desde hacía bastante tiempo, el jamás se había acercado a platicar con ella...solo tenía ojos para Madison.

- Entonces tomaré sus pedidos - dijo Eimy con una sonrisa para luego retirarse.

- No entiendo cómo es que tienes a una incompetente como Eimy como encargada de tu cafetería - dijo Enzo con algo de molestia, era bastante incómodo soportar las miradas de la pelirroja sobre el todo el tiempo.

- No lo creas así, Eimy es bastante capaz y me ayudado mucho a que Amore se levanté, gracias a ella esté lugar siempre está llenó - rio Madison y Enzo solo resoplo en respuesta.

Jacob observaba la interacción de la pareja con sumo interés y escuchaba cada palabra pronunciada por ellos, no era algo difícil de lograr, el moreno era bastante ruidoso y no parecía importarle que la mitad de la cafetería escuchará cada palabra salida de su molesta boca, estando solo un par de mesas atrás, sin embargo, sus pensamientos dejaron de vacilar cuando vio que el moreno tomo las delicadas manos de su esposa entre las suyas.

- Madison, tú sabes lo mucho que te amo, y prometo hacerte muy feliz si me das la oportunidad - dijo Enzo con seriedad.

Jacob río internamente, sabía que la chica no podía ser perfecta, ella lo estaba engañando con un pelmazo de baja clase, era sin duda muy tonta, sin embargo, se vio sorprendido al mirar que la chica acariciaba tiernamente la mejilla del moreno y dejaba un beso en ella.

- Enzo, sabes muy bien que aún estoy casada...aun cuando él no me haya visitado jamás no es correcto que acepte ser tu novia cuando aún no tengo los papeles de divorcio en mis manos...eres un gran amigo y un gran chico, sé que lo que me dices es verdad...pero no puedo darme esa oportunidad a tu lado...- respondió Madison con seriedad.

- Dime algo Madison, ¿Porque aceptaste casarte con un hombre que ni siquiera conoces? - pregunto algo molesto el moreno.

Madison suspiro y miro fuera de la ventana.

- No lo entenderías...mi querido abuelo me pidió hacerlo, no pude reusarme después de todo lo que hizo por Maddox y por mi...- respondió la chica con un deje de tristeza.

Enzo cruzo sus brazos, así era ella después de todo, sacrificarse a sí misma por otros, era una gran cualidad, pero la detestaba por completo…su gran corazón ya la había destrozado una vez…hacia un tiempo.

- Prométeme algo...cuando ese imbécil te firme el divorcio, ¿Lo intentaras conmigo? - pregunto Enzo con anheló.

Madison sonrió.

- Lo pensaré Enzo, aunque no esperes mucho de mí, tú sabes bien cuáles son mis prioridades - rio la hermosa jovencita haciendo sonreír al moreno.

Los jóvenes amigos decidieron salir de la cafetería para ver la película de moda, sin percatarse nunca de las miradas de oro que parecían apuñalar al moreno por la espalda, los vio perderse entre la multitud de personas, aquella era una genuina reunión amistosa y el joven había sido rechazado al parecer no por primera vez...subiendo a su lujoso auto decidió enfriar su cabeza, no entendía nada de todo aquello y necesitaba respuestas, tomando su celular marco el número de un viejo conocido.

-Melvin, escúchame bien, necesito que reúnas toda la información disponible sobre Madison White, te daré 24 horas para hacerlo, necesito saberlo todo, sin reservas – Jacob, terminando aquella llamada con más preguntas que respuestas siguió su camino.

Conduciendo hasta un mirador descendió del elegante vehículo y observo las luces que comenzaban a encenderse en la gran ciudad, el barullo de la multitud hacía eco en sus oídos... ¿Qué tipo de mujer era Madison White? ¿Era tan verdadera como parecía? ¿O solo no había tenido la oportunidad de sacar las garras como muchas otras mujeres que había conocido?...recordaba a su madre, la hermosa mujer de cabellera platina y ojos de oro al igual que el...recordaba a Johan, su medio hermano, aquel al que consideraba la ruina de su apellido...su padre, su madre...aquella bella mujer que le dio la vida solo para perder la propia años después...la única que merecía su afectó, nadie más...recordaba el sonido y la tranquilidad de los latidos de su corazón...el momento en que la perdió, cuando su padre le dijo que no la vería más...y luego, aquel lugar vacío que fue rápidamente ocupado por Brianda...la m*****a mujerzuela interesada que se convirtió en la esposa de su padre, aquella que le enseño en primera instancia lo terribles que podían ser las mujeres con tal de conseguir dinero y posición...su padre era un gran imbécil.

El humo de su cigarrillo dibujaba formas distorsionadas en el viento, desfiguradas, indefinidas, tal cual era su vida...siempre siendo el hijo y sucesor de su padre, el próximo patriarca de los Singh , dinero, mujeres, todo cuánto podía desear lo tenía...y al mismo tiempo, no tenía nada...no había deseos, no había sueños...solo una aburrida y tediosa vida por vivir siendo el mejor, sin embargo, allí estaba ella, la esposa que no deseo conocer, aquella misma que estaba aferrada a separarse de su lado, que lo tenía en el peor de los conceptos, aunque cada pensamiento fuera verdad...aquella sonrisa, tan pura, verdadera, el filo en sus palabras, parecía ser única, pero no podía estar seguro, sabía que no podía confiar en las mujeres, todas siempre buscaban la manera de sacar provecho, ¿Porque ella sería diferente? Aunque muy en el fondo sabía que podría equivocarse...y tal vez...deseaba hacerlo.

El camino a la mansión Singh  era el mismo de siempre, praderas, árboles, todos bañados por el manto de la noche, se preguntaba cómo iba la cita amistosa de la muchacha de hermoso cabello de ébano, pensaba para sí mismo lo mucho que resaltaban sus hermosos ojos de cielo con el vestido que llevaba, aquella coleta alta que dejaba ver un cuello de cisne, las hermosas sonrisas que le dedicaba al molesto moreno que la acompañaba...no podía sacar a la mujer de su mente, y comenzaba a molestarlo...la mansión lucía tan solemne como siempre, aquel lugar viejo que deseaba dejar en el olvido, guardián eterno de recuerdos felices y dolorosos...los grandes jardines de sus juegos de infancia lo llamaban, caminando por inercia y sin pensar hacia el lugar de sus memorias más felices creyó ver la figura de su madre balanceándose con gracia y delicadeza sobre aquel columpio bajo el enorme sauce de flores rosadas...el lugar favorito de su hermosa madre, donde podía pasar horas y horas columpiándose de un lado a otro siempre mirando la mirada de oro de la única mujer que amo en verdad.

Caminando sigilosamente, hechizado por las memorias doradas que lo envolvían en un vaivén de pensamientos finalmente pudo ver la delicada figura de cabellos de ébano bañada a la luz de la luna.

- ¡Joven Jason! Me alegra que haya regresado con bien, Adam estaba muy preocupado por su ausencia...- dijo Madison sacando de sus pensamientos al adonis castaño.

- ¿Qué haces aquí? - pregunto Jacob consternado.

Madison lo miro con ternura y sonrió, haciendo que las mejillas de Jacob ardieran por un instante.

- La luna de esta noche es hermosa, es imposible no querer admirarla para siempre - respondió con simpleza la joven que sin querer ni notarlo, había hecho latir el corazón del castaño casi fuera de su pecho.

- ¿Lo crees? - pregunto el castaño mirando la luna y recordando aquellas mismas palabras de los labios de su madre.

- Si...mi madre decía que la luna era un enorme queso, y que los ratones solían mirarla imaginando que un día llegarían hasta ella para comer hasta saciarse...quizás soy como esos ratones - respondió la hermosa Madison saltando de un brinco fuera del columpio.

Jacob no podía dejar de mirarla, aquella analogía del queso era lo más estúpido que había escuchado en su vida...pero el brillo en sus ojos y la simplicidad de sus palabras lo habían dejado perplejo.

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