Por la noche no pude dormir, ya había pasado más de una semana y sabía que en el fondo ya era tiempo de volver al colegio, mi hermano no dejaba de llamar y por las tardes la madre de Jean no dejaba de tocar el timbre hasta que se cansaba y se marchaba con su familia de m****a. Mis amigas no se rendían, venían de visita y me contaban los chismes del momento, anotaba mentalmente lo más importante pero cuando Marissa me preguntó por fin lo que tanto las carcomía, no tuve más opción que contarles lo que sucedió realmente, y ahora estaban ahí, Marissa preparando huevos fritos, y Anna ayudándome a limpiar el desastre que era mi casa.
—Sé que sonará cruel pero creo que tienes mucha suerte de vivir sola —me comenta Anna mientras lava los platos de la cena.
—¡Ya lo creo, sin contar la tragedia que te rodea pienso que estás viviendo el sueño de
Aquella voz recorrió mi cuerpo como un dulce y tenebroso escalofrío congelando cada gota de mi sangre, no quería voltear, no podía, si lo hacía era mi fin. —Briseida, voltea —me ordena pero me niego a hacerlo. Me quedo quieta sin mover un solo músculo, trago saliva con la esperanza de que sea una pesadilla y ruego porque alguien me salve. —¡He dicho que voltees! Los recuerdos del pasado me bombardean, por lo que me giro lentamente con la mirada baja, no podía verlo a los ojos, no a él. —Esa es mi chica —me dice con voz ronca—. Ahora ¡mírame! Levanto poco a poco la vista y cuando mis ojos se clavan en los suyos, me doy cuenta d
—¿Estás seguro de querer hacerlo? —le pregunto mientras observo como al quitarse la playera su pecho sube y baja. —No quiero pensar, solo quiero vivir este momento a tu lado —me dice con la voz ronca más sexy que he escuchado en toda mi vida. —Bien para mi —sonrío. —Briseida, tienes que saber la verdad, en estos días... Lo obligo a guardar silencio al momento de besarlo nuevamente. Rodea mi cintura y sube ambas manos para quitarme el diminuto sostén que traía puesto dejando mi pequeño busto al descubierto, al verme se remoja los labios y esta vez me besa con desenfrenada pasión, me lleva hasta mi cama dando pasos torpes, me recuesto y enseguida se sube encima de mi. Me baja las bragas al tiempo que hace un camino lleno de besos qu
Espero su respuesta pero no llega, observo la hora en el reloj de madera que estaba colgado en una de las paredes de la estancia principal, era tiempo de marcharme, tenía que caminar dos cuadras para tomar el autobús. Mientras camino no dejo de revisar mi celular para ver si recibí respuesta de Jean. Pero no es así. Al llegar a la esquina en donde solía pasar el autobús espero unos minutos hasta que llega y me marcho. La universidad parecía de lo más hermosa, o al menos lo era ante mis ojos, por la noche me había prometido volver a ser yo misma, eso no significaba que no extrañara a mi familia, pero tendría que sobrevivir con lo que tengo en mi vida en esos momentos. —¡¿Perra, dónde andabas?! —me pregunta Marissa caminando hacia mi para después darme un enorme abrazo. —Perdida —rued
Cinco chicas que conocía muy bien la habían golpeado estrellando su cabeza contra el espejo, una de ellas la agarro con fuerza del cabello y la llevaban hacia uno de los escusados, sabía lo que eso significaba. «Defiéndete idiota» le grito desde mis adentros pero Alison no hace nada y eso me cabrea aún más. Giro los ojos y entro azotando la puerta para que me escuchen. —¡Briseida! —Grita una de ellas con una enorme sonrisa—. ¡Es un gusto verte, en cuanto terminemos con ese gusano hablamos, tengo tantas cosas que contarte! —¿Por qué le hacen eso? —enarco una ceja. —¿Estás de broma, cierto? —Me dice Caterine, una de las chicas más temidas del plantel, sus padres son sicarios, es un secreto a voces, el año pasado nos hicimos amigas p
Hasta donde yo sabía no había hecho algo malo, a excepción de mi asistencia pero al morir la mayor parte de mi familia supongo que era comprensible. Llego a la oficina principal y la secretaria del director que en el fondo todos sabíamos que era su amante, me da acceso y entro, el director estaba sentado comiendo un enorme emparedado de atún. —Toma asiento Briseida —me indica con un dedo la silla que estaba frente a su escritorio lleno de papeles desordenados y de migajas que dejaba por comer sin precaución. —¿Puedo saber por qué me ha llamado? —me cruzo de brazos. —Lamento informarle que ha quedado expulsada del plantel —me comenta dándole otra mordida a su emparedado, lo que me pareció poco profesional—. Siento mucho tener que tomar esta decisión pero debido al incidente ocurrido
Nunca en mi vida he presenciado algún accidente automovilístico, pero al ver a Alison en aquella situación sentí unas ganas inmensas de llorar. Cierro los ojos e intento no pensar en eso, estaba en el hospital con Jean, Steve y con los padres de Alison esperando noticias, al parecer estaba grave pero según el último informe que nos dieron solo era cuestión de tiempo para que salga del estado crítico. Por mi parte odiaba los hospitales, era tanta la presión que estaba sintiendo que me ahogaba y lo único que se me ocurre es salir corriendo de aquel sitio, pero antes de hacerlo el doctor sale y se acerca a nosotros con una media sonrisa en los labios. —Les tengo una buena noticia, Alison ya está fuera de peligro, el carro que la ha golpeado no ha ido a demasiada velocidad por lo que tiene un brazo y pierna rotos, tomará tiempo para su re
La mirada de Jean se graba en mi memoria mientras me lleva de la mano a toda prisa por los pasillos hasta llegar al área de bodegas. Se cerciora que no esté nadie por los alrededores y enseguida observa su reloj de mano. —Oye, ¡me largo! —pongo los ojos en blanco e intento salir pero Jean me toma del brazo deteniendo mi huida. —Lo que acabas de ver... —Jean parece distinto, traía la misma actitud de nerd distraído que cuando lo conocí—. No se lo cuentes a Alison. «Claro idiota, como si me importara lo que le pasara a esa fealdad con piernas de lagartija» —Pierde cuidado, lo que hagas o dejes de hacer no es mi asunto —encojo los hombros—. Aunque no puedo evitar sentir lastima por ella, tiene como novio a un maldito infiel en potenc
Justo cuando pienso voltear para enfrentarlo se escucha un golpe, el rechinar de unas llantas y al girar a mí izquierda veo como el cuerpo de Celeste sale volando, cae al pavimento y el mismo tráiler la arrolla. —¡Joder! —Se me caen las bolsas de la impresión, corro hacia la multitud que comienza acercarse pero Jean me detiene—. ¿Qué haces? —Vámonos —me dice como si no hubiera pasado nada y sin quitar la mirada del accidente. —¿Acaso eres un insensible? —me suelto de su mano— ¡Celeste acaba de morir y a ti solo se te ocurre salir corriendo! —Briseida, vámonos —me dice en un tono tan tranquilo que desespera. —He dicho que no —niego con la cabeza y comienzo a caminar hacia la mult