Intento darme la vuelta para salir de la cama y poder ducharme, pero Bronx me tira hacia abajo y me atrae hasta que mi espalda queda pegada a su pecho. Él entonces rodea mi cintura con sus brazos.
“Tengo que asearme, cariño. Volveré después de ducharme”, digo riendo y apretando los hombros mientras él me mordisquea el cuello debajo de la oreja.
“No”, gruñe juguetonamente desde algún lugar de mi cabello. Siento que respira hondo. “Me gusta cuando hueles a mí”.
“A mí también me gusta cuando huelo a ti, pero no disfruto estar acostada en la cama sintiéndome sudorosa y pegajosa. Dame diez minutos”. Me giro en sus brazos para mirarlo.
“Cinco”. Me besa la frente y me coloca su pierna encima para atraparme contra su cuerpo.
“Ocho”. Negocio para conseguir más tiempo.
“Eres una implacable negociadora, Kas Mason”, se queja él mientras vuelve a enterrar su nariz en mi cabello.
“Mi esposo dice que soy una muy buena mujer de negocios”. Sonrío en su pecho y le doy un suave pellizco en d