Estaba cometiendo los actos más impulsivos de mi vida con ella, pero no podía evitar controlarme o pensar cuando de ella se trataba.
Ella tiene algo que hace que pierda el control, la quiero tener siempre cerca de mí, si alguien se acerca a ella la sangre me hierve porque la quiero reclamar como solo mía.
Me costó mucho controlarme cuando vi al tal hermano de su amiga tocarla, el ver como la miraba y le hablaba de manera dulce, me hacía sentir unas enormes ganas de sacarla, de golpearlo.
El verlo entrar a su habitación y escucharla gemir hizo que terminara de perder la cabeza, pero al verlo salir de la habitación de ella tan enojado me hizo saber que algo estaba mal y no me equivocaba.
El hacer la mía una y otra vez toda la noche me hizo sentirme extasiado, pero no satisfecho y luego pasar la mañana de esa forma con ella me hizo sentirme extraño.
—Ahora entiendo por qué estás tan loco por ella, eres otro cuando estás a su lado.
—¿A qué te refieres?
—No eres el mismo Dante se