Habían pasado varios días desde que ella respondió al mensaje de Logan, pero él aún no había contestado.
Carolina, sin embargo, se había puesto en contacto con ella dos veces.
El viernes por la noche, Rebeca llevó a la niña a dar un paseo.
Después de cenar y jugar al juego del tesoro, Carolina dijo que le apetecía un refresco. Justo cuando Rebeca estaba a punto de darle la bebida que había pedido, vio a Logan cerca.
Y este se dirigía hacia ella y Carolina.
Rebeca se detuvo.
Logan, al darse cuenta de que ella lo había visto, esbozó una leve sonrisa.
En ese momento, Carolina también vio a Logan, pero su expresión no mostró sorpresa alguna. Parecía como si hubiera sabido desde el principio que vendría a buscarlas.
Saludó alegremente: —Papá, ven.
Cuando Logan se acercó, Carolina agitó la botella de refresco que tenía en la mano y le preguntó: —Papá, ¿quieres un poco?
Logan le revolvió el pelo con su gran mano. —No tengo sed.
Carolina exclamó alegremente “¡Vale!” y comenzó a beber felizment