El jueves, Rebeca no acompañó a Carolina a la competición, y Carolina no se enojó, simplemente le suplicó que saliera con ella cuando terminara la competición y volviera del evento.
Incapaz de resistirse a sus súplicas, Rebeca accedió.
Durante dos o tres días estuvo ocupada con el trabajo y no visitó a Esperanza en el hospital.
El viernes por la mañana, Rebeca fue al hospital.
En la planta baja, vio a Natalia, que bajaba las escaleras con una venda en la cabeza.
Hablaba por el celular: —Estoy mucho mejor, Carol, solo concéntrate en la competetición, no te preocupes por mí.
Cuando las palabras salieron de su boca, levantó la vista y vio a Rebeca antes de apartar los ojos con frialdad.
Sin saber lo que se decía al otro lado del celular, continuó hablando: —Llámame cuando salgan los resultados... Jaja, bueno, estaré pendiente de mi celular, y definitivamente no perderé tu llamada. Ahora que se acerca la hora de la reunión, ve a reunirte con el profesor y los demás primero, ánimo.
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