Estaba a punto de acercarse cuando vio aparecer una figura familiar detrás de su colaborador.
Al ver a José, Rebeca parecía inmutable.
José, por su parte, no la vio, pero un chico de diecisiete o dieciocho años que estaba a su lado saludó alegremente hacia el otro lado de la salida: —¡Mamá, Natalia, papá y yo ya estamos aquí!
Al oír las palabras del chico, Rebeca se detuvo bruscamente, dándose cuenta de repente de quién era en realidad.
Al mirar de reojo, se sorprendió al ver a Liliana y Natalia.
Liliana y Natalia esbozaron sonrisas mientras Sergio Mena corría rápidamente hacia ellas.
En ese momento, el cooperador de Tylerty, el señor Donato, sonrió y se acercó para saludarla: —Señorita Estrella.
Rebeca aflojó las palmas apretadas y retiró la mirada, sonriendo y estrechando las manos: —Señor Donato.
Fue entonces cuando Liliana, José y su compañía repararon por fin en Rebeca.
José frunció el ceño.
La sonrisa de Liliana se desvaneció un poco.
Natalia, por su parte, parecía indiferente y