Rebeca apretó con fuerza el brazo de Úrsula.
Úrsula le palmeó tranquilamente el dorso de la mano y dijo: —Tranquila.
Si ellos podían adivinar que venía, ¿cómo no iba a adivinar ella que venían también?
Cristian dijo: —Úrsula, voy a entrar a buscar a Adolfo, pueden venir conmigo.
Quería decir que podía presentársela al señor Adolfo Smith.
Le daba la oportunidad de hablar con su ídolo.
Úrsula, sin embargo, sacudió la cabeza y dijo: —Ya es un honor tener la oportunidad de ver tantos cuadros suyos, no quiero causarle molestias.
Cristian no pudo convencerla.
Pero los Mena y los Rojas estaban allí y le inquietaban un poco.
Rebeca dijo: —Adelante, no te preocupes por nosotras.
La familia Mena y la familia Rojas eran gente de querer quedar bien, y era poco probable que les hicieran algo en una ocasión así.
Cristian se fue primero.
Rebeca preguntó: —Abuela, ¿qué cuadro te gustaría ver primero?
Úrsula se rio: —Con uno de cerca.
Rebeca: —Bien.
Rebeca estaba a punto de desplazarse agarrada de la m