Logan se rio: —No pasa nada, ¿no has dicho que a tu abuela le gusta? Solo puja.
Mirando la sonrisa de Logan, Natalia, dulce por dentro, levantó de nuevo su tarjeta: —Seis millones.
Harry le siguió: —Siete millones.
Entonces le dijo a Logan en voz alta: —Señor Lafuente, al viejo de mi familia le encantan este tipo de antigüedades, ¿me puede hacer un favor?
Logan miró hacia él y también sonrió amablemente: —Lo siento, señor Ramírez, también tengo a una anciana en casa que le gusta este tipo de objetos.
No ocultaron sus palabras.
Y Rebeca y Violeta lo oyeron.
El jarrón era un regalo para Alejandra.
Y Logan la mencionó comi si fuera un familiar suyo, lo que demostraba que ya consideraba a la familia Mena como su propia familia.
Lo que estaba muy lejos de cómo trató a los Estrella.
Natalia levantó la tarjeta: —Ocho millones quinientos mil.
Esta vez, Harry no le siguió.
Al final, Natalia se llevó aquel jarrón antiguo con ocho millones quinientos mil, atrayendo una vez más las miradas envidio