Capítulo 28

Capítulo 28

Desciendo por las escaleras con mis ojos en dirección a ellos, ignorando al resto de los invitados porque mi atención, mi maldita atención, está sobre ambos.

Dante se acomoda la manga de su traje blanco con la yema de sus dedos mientras me desviste con sus ojos llenos de ansiedad. A su lado, Amenadiel tiene las manos hundidas en los bolsillos de su pantalón que hace juego con su traje que imita la noche por su color tan penetrante.

Impecables, sexis y, sobre todo, dispuesto a pelear por una joven que viene de las tinieblas del mismísimo inframundo. Es tanta la tentación que veo en sus rostros por devorarme en secreto que mientras desciendo por las escaleras, se me agita el corazón de tan sólo pensar lo que podríamos hacer los tres si estamos a solas.

Soy una mujer que tiene la fantasía de tenerlos arrodillados ante mí. No soy capaz de conformarme con uno

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