saco un látigo, juraría que me iba a pegar, pero no paso solo enrollo el látigo en mi cuello y coño, pensé que me iba a ahorcar, mientras Walid, estaba riéndose a carcajadas de mi cara, el hombre se fue y dejo el látigo en mi cuello, Walid se acercó más y me dijo
—Linda, tienes algo que darme. Lo mire fijamente y casi lo mato con la mirada y dije:
—Tú también tienes algo que me pertenece —respondo seria.
Walid se pegó una carcajada mientras el sacaba el látigo de mi cuello, y me daba mi vestido que hizo que me lo pusiera allí misma, había hombres que me observaban, y el que estaba atrás dijo:
—Oye gata, ¿cuándo serás mi sumisa?, la cosa se puso intensa, yo agache la mirada al piso aterrada, mientras Walid se puso enfrente mío, el queda del