Capítulo 2
Después de entrar, el anfitrión principal me llevó a una pequeña habitación, antes de llamar a siete u ocho hombres jóvenes, fuertes y altos, que solo iban vestidos con shorts.

Señalé a uno de ellos al azar, cuyo torso en forma de triángulo invertido bronceado y su cintura firme me parecieron perfectos.

En realidad, no tenía idea de lo que iba a suceder, ya que era la primera vez que estaba con un hombre desconocido.

El hombre pareció darse cuenta de mi nerviosismo y comenzó a hablar para romper el hielo:

—Señora, ¿qué desea hacer?

Al oírlo llamarme «señora», de repente recordé la página de redes sociales de mi exesposo y respondí con una risa sarcástica:

—Haz lo que tú quieras. ¡Simplemente hazlo!

—No se preocupe, soy un profesional —me tranquilizó—. Le aseguro que se sentirá sumamente cómoda.

Acto seguido, se me acercó por detrás y me quitó la blusa, halagándome:

—Señora, su figura es muy buena, y su piel también… es muy blanca...

Hizo una breve pausa, mientras me abría el sujetador.

—Este sostén es un poco pequeño, deja marcas en la piel, es realmente una pena.

Mientras hablaba, acercó su cabeza a mi oreja, y su lengua cálida y húmeda rozó mi cuello, antes de comenzar a descender.

El repentino y cálido contacto me hizo dar un salto.

En ese momento, tomé una decisión y mi deseo era más fuerte que nunca, sentía que mi pecho estaba vacío y mi cuerpo se contraía involuntariamente.

Me tomé un respiro profundo, me volví hacia él, provocándolo:

—¿Solo eres hábil con la boca?

El hombre no respondió, sino que me rodeó la cintura desde atrás y me bajó la falda.

Cuando el espejo delante de mí reflejó mi cuerpo desnudo, oí el grito de sorpresa y admiración del hombre.

Pensé que probablemente él había visto todo mi cuerpo. Pero, un segundo después, decidí que eso no me importaba, por lo que, volviéndome hacia él de nuevo, le pregunté:

—Entonces… ¿qué sigue?

Al oír mi pregunta, el hombre dio dos pasos hacia adelante y me levantó en brazos.

—Señora, primero le haré una sesión de SPA.

No podía creer que un día iba a ser llevada en brazos por un hombre desconocido, acurrucada en su pecho, sintiendo un intenso aroma masculino que me hacía sentir mareada y con la respiración agitada.

Él me colocó suavemente en la camilla de masajes y me hizo acostarme, antes de comenzar a derramar aceite en mi espalda.

Su técnica de masaje era más que excelente, lenta pero fuerte, comenzando por mis hombros y mi espalda, antes de pasar a mi cintura, y luego bajar a mis nalgas y mis piernas.

Mi cuerpo se había vuelto suave y débil, sintiendo una mezcla de relajación y placer. Mi cerebro también estaba aturdido. Era increíblemente cómodo.

Al mismo tiempo, sentí su abdomen contra mi nalga, duro y caliente como el fuego. Y luego oí cómo abría una botella de aceite esencial, el cual derramó en cantidad en mi espalda, tras lo cual me dio una nalgada.

—Señora, su carne es realmente hermosa.

Era la primera vez que escuchaba un elogio tan directo, por lo que no pude evitar mirarlo de reojo. Entonces, vi que tomaba un supositorio en forma de oliva, al cual cubrió de aceite, e intentó meterlo en mi ano.

Aquello era demasiado extraño para mí, por lo que tomé un profundo respiro y apreté mi cuerpo para evitar que lo hiciera.

—¿Qué es esto? —pregunté, mirándolo directamente.

—Estoy dándole medicina, señora.

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