Cae a mi lado intentando recuperar el aliento, y yo la dignidad. Le doy la espalda y empiezo a llorar. No me importa, necesito sacar todo lo que está perjudicando mi construcción. Poco a poco solo quedan ruinas de mí. Lo peor es que ante él soy una pieza traslúcida, un cristal, porque sin hacerme un profundo estudio conoce mis debilidades y fortalezas que se han consumido en el infierno.
Siento cuando abandona el espacio a mi lado. Ya se va, como suele hacer. Tomo un respiro, repitiendo el inhala y exhala de forma constante. Los resquicios nunca se abrieron tanto en mi alma y mi corazón roído nunca sintió tanta presión que ahora.
—No sé por qué te echas a llorar, agradece que sigues respirando.
—Tal vez es mejor morir.
—No quieres morir, Luna. —afirma con sorna.
No le respondo. Es un idiota, un maldito violador y asesino. Es todo eso y demás adjetivos que definan a un ser macabro.&