Llegaron a una pista de aterrizaje privada desde donde partían avionetas de carga a varios puntos del país.
Guerra había contactado al amigo de un amigo que tenía una finca en la región y solía realizar vuelos regulares para trasportar semillas o fertilizantes. En esa ocasión los llevarían a ellos hasta el estado Vargas, cerca de Caracas, donde estaba ubicado el supuesto depósito.
Antes de partir, Guerra le dio los primeros auxilios a Lucas y a Tania, quienes tenían algunas heridas. Las de la chica sanaban de manera acelerada, pero las de Lucas tardaban. El hombre ni siquiera era capaz de caminar por su cuenta.
A los pocos minutos alzaron el vuelo, estaban nerviosos. No sabían si los militares los buscaban, o algún hombre/bestia.
Necesitaban poner kilómetros de distancia entre ellos y ese gran problema, para así pensar en su próxima acción.
—Si tenemos suerte, te declararán muerta —dijo Guerra a Tania una vez que se encontraban en el aire.
—Si no es así, estaremos metidos en un lío mo