Capítulo 34.
¿Quieres acompañarme a casa? – le preguntó estupefacta y sin que se le ocurriera qué decir para que no lo hiciera.
– Sí, claro, eso dije, tuviste un muy mal día y no pienso dejar que te vayas sola, así que iremos en mi coche y alguien más se llevará el tuyo – contesta decidido.
Catherine estaba en serios problemas, y solo un milagro la podría salvar, pues si él decidía acompañarla, no le daría tiempo de cumplir con el horario establecido por el Olimpo, y llegar tarde la haría acreedora a una penalización y a estas alturas y faltando tan poco para terminar el contrato, eso sería lo peor que podría pasarle. Se dirigieron hasta la entrada del edificio y Cat le daba vueltas a su cabeza tratando de encontrar una solución ante semejante encrucijada, cuando de repente el móvil de Zack comenzó a sonar, se detuvieron y entonces él se limitó a contestar.
– Es Alan, mi amigo de toda la vida, que quiere ahora – dijo a propósito en voz alta para qué su amigo del otro lado de la línea