Le di un golpe en la cadera a Fiona, enviándola contra la pared más cercana.
La agarró, respirando con dificultad y mirándome con odio.
"Yo me calmaría si no quieres perder a tu bebé", le advertí, fulminándola con la mirada.
"¿Es eso una amenaza, puta?" Fiona gruñó.
Sacudí la cabeza, me crucé de