Tenía dos ordenadores portátiles y una impresora sobre la mesa. De algún modo, se las arreglaba para teclear rápidamente en ambos teclados -una mano en cada portátil- y amenazar a la persona que hablaba por teléfono.
"Eso es lo que pensaba. Gracias. Sí, espero", dijo.
Colgó el teléfono y lo puso e