Capítulo 7: All you need is love

*Reichel*

Comencé a tocar el piano.

Ithan, el padre de Sara, me enseñó a tocar el piano cuando fui a vivir con ellos, fue una buena forma de hacer que saliera de la depresión que tenía sobre mí.

"Love, love, love, love, love, love, love, love, love."

Sebastián se sentó a mi lado y comenzó a tocar algunas notas en el piano, me sorprendió que supiera tocar. 

No estaba mal su acompañamiento.

"There´s nothing you can do that can´t be done."

"Nothing you can sing that can´t be sung."

"Nothing you can say but you can learn how to play the game"

"It´s easy"

No quise mirar hacia donde estaban Sara y John, estaba haciendo todo un esfuerzo para no llorar.

"There´s nothing you can make that can´t be made."

"No one you can save that can´t be saved."

"Nothing you can do but you can learn how to be in time"

"It´s easy"

"All you need is love, all you need is love,"

"All you need is love, love, love is all you need."

"Love, love, love, love, love, love, love, love, love."

"All you need is love, all you need is love,"

"All you need is love, love, love is all you need."

"There´s nothing you can know that isn´t known."

"Nothing you can see that isn´t shown."

"Nowhere you can be that isn´t where you´re meant to be."

"It´s easy."

"All you need is love, all you need is love,"

"All you need is love, love, love is all you need."

"All you need is love (all together now)"

"All you need is love (everybody)"

"All you need is love, love, love is all you need."

Al terminar de tocar me levanté del banco y Sebastián me abrazó, pero no era su abrazo el que quería.

Bajé del escenario a toda velocidad y fui directo a Sara que ya se dirigía a mí.

—Te amo, eres todo lo que tengo en esta vida—dijo entre un llanto de alegría y tristeza.

—Sabes que no es así, ya no estamos solas—dije afianzando mi abrazo—sabes que te amo y jamás te voy a abandonar—concluí y nos quedamos abrazadas un buen rato, hasta que John se nos acercó.

—Ya es hora de ir al lago—dijo sin romper nuestro abrazo.

—Sí, ya vamos—dije soltando a Sara, que fue directo a los brazos de John.

Sebastián intentó abrazarme, pero le dije que estaba bien.

La luna y las estrellas del cielo nocturno estaban en todo su esplendor cuando todos los invitados nos dirigíamos al lago, era una noche perfecta, definitivamente la Diosa Luna aprobaba está unión, habíamos preparado una gran pista de baile y otro escenario, solo que este era para el dj y su banda.

La música comenzó y Sebastián me pidió la mano para ir a bailar.

—Quiero ir a otro lugar—dije e inmediatamente me sacó de ahí, me llevó en tiempo récord a la casa y subimos a mi habitación.

Intento abrazarme nuevamente, pero no era eso precisamente lo que quería.

—No, estoy bien—dije y comencé a besarlo, primero en el cuello y fui desabrochando uno a uno los botones de su camisa, él se dejó hacer lo que quisiera sin ningún problema— ¿sigo?—pregunté cuando ya había llegado hasta su pantalón.

—Amor si te tardas más me encargare de seguir yo—dijo sin quitarme los ojos de encima. 

No tardé en continuar con mi tarea.

Recorrí un poco sus piernas mientras me acomodaba en el lugar, me encargué de liberar su erección, él seguía de pie sin quitarme los ojos de encima. 

Recorrí toda su longitud con mi lengua y poco a poco fue introduciéndolo en mi boca, lo torturaba, primero con besos luego me lo metía hasta donde mi garganta aguantaba, así repetí el mismo movimiento varias veces.

—Reichel para con esta tortura—dijo entre gemidos y jadeos con la voz ronca.

Cuando sentía que estaba a punto de llegar al momento de placer volvía a hacerlo, hasta que no pare, continúe con su erección en mi boca, llegando hasta el final y mordiéndolo.

—Amor basta, voy a acabar—dijo para detenerme, pero no lo hice, continúe con mi labor hasta que sentí que su miembro se hinchó para luego llenar mi boca de un líquido espeso y salado, me lo tragué todo disfrutando de sus gemidos de placer.

Sebastián se puso a mi altura y me besó, me llevó a la cama y me llenó de besos.

—Ahora me toca a mí—dijo y continuó su camino por mi cuerpo. 

Pero eso no era lo que yo quería.

—No, eso lo dejaremos para otro momento—dije y lo detuve, me cambié de posición, él no se resistió, sino que me ayudó a quedar sobre él.

Me monte sobre su miembro que ya estaba listo una vez más. 

Comencé con movimientos lentos, círculos pequeños y un círculo mayor, círculos pequeños y un círculo mayor.

—¿Eso es todo lo que puedes hacer amor?—dijo intentando sonar serio, pero sus gemidos y jadeos lo delataron, estaba completamente entregado a mí.

No le conteste, sino que me acomode de otra manera, subí mis rodillas para tener mayor empuje y subí para luego bajar de golpe, repetí el movimiento una y otra vez. 

Al ver que estaba perdiendo el ritmo Sebastián me tomó y nos dio la vuelta en la cama.

—Amor por algo soy un Lobo—dijo subiendo mis piernas para tener mayor espacio.

Mientras me embestía salvajemente su mano estimulaba mi clítoris y su boca recorría mi boca y mi cuello. 

Cuando llegamos al orgasmo los dos juntos siguió sus movimientos para extender el placer, al vaciarse por completo se quedó encima mío sin apoyar todo su peso en mí.

—Te amo—dijo aun dentro de mí.

—No te puedo responder eso, pero sí te diré que ya no estoy enojada por lo del vestido—dije y se salió de mí, se colocó a un lado, me abrazó y me pegó a él.

Luego de varios minutos me tomó en brazos y nos llevó al baño. 

Me quito el vestido con manos hábiles y lo dejo en un perchero, me metió en la ducha y se terminó de desvestir.

—Quiero más—dijo y me volvió a hacer el amor.

Cuando terminamos nos duchamos y nos volvimos a vestir. 

Ayude a Sebastián con su corbata, conmigo no se quejó.

—Juro que haré que me digas que me amas—dijo dándome un beso.

Salimos de la casa y nos dirigimos al lago donde estaba toda la gente. 

Mientras caminábamos hablé con la organizadora para que invitara a todos a ver el lago.

—Tengo una sorpresa preparada—dije a Sebastián mientras caminábamos tomados de la mano.

Al llegar al lugar todos estaban expectantes mirando al lago. 

Nos pusimos al lado de los novios. 

Sara me miró con cara de picardía, sabía que nos habíamos ausentado durante un buen rato.

Le dije a la organizadora que hiciera la cuenta regresiva.

—Cinco… cuatro… tres…—dijo mientras cerré mi puño y mis anillos comenzaron a brillar—dos…uno…—terminó la cuenta regresiva y uno tras otro los fuegos artificiales iluminaron el lago y el cielo.

Sara me miró con una sonrisa de oreja a oreja.

Me abracé a Sebastián y él correspondió mi abrazo.

—Mi papá lo hacía en todas las fiestas—dije intentando no llorar. 

Él me sujetó más fuerte.

Cuando los fuegos artificiales se acabaron los aplausos se hicieron notar y la música volvió a empezar.

Sebastián no me soltó, creo que él sentía que estaba triste.

—¿Estás bien?—preguntó Sara—eso te debió costar mucha energía—dijo al final intentando no ponerse melancólica.

—Nada que unas horas de descanso no arreglen—dije con una sonrisa, Sebastián aflojo su agarre, pero no dejo de abrazarme, tenía mi cabeza apoyada en su pecho—vamos a bailar, la noche es joven aún y estos ancianitos deben seguirnos los pasos—dije en broma y John no tardó en tomar a Sara del brazo y llevarla directo a la pista.

Sebastián me besó de forma apasionada.

—Eres una caja de sorpresas, me encanta, quiero ver como tú me sigues el paso a mí—dijo después de terminar el beso.

—Ten misericordia que gasté mucha energía en ese truco—dije mientras hacía el mejor de mis pucheros.

—Amor aprenderás que no te daré tregua—dijo en broma— ¿quieres sentarte unos minutos?—preguntó al final mostrando su preocupación.

—No tranquilo, solo no debo usar mis joyas por un rato, estoy bien—dije para tranquilizarlo, él realmente se veía preocupado.

Fuimos hasta la pista y nos pusimos a bailar.

Bailamos rock, bachata, vals, rock nuevamente, algo que no sé qué era, pero solo debíamos saltar, el dj tenía un repertorio muy amplio. 

En medio del baile Sebastián se quitó el saco y me lo dio ya que vio lo incómoda que estaba con el pañuelo que llevaba por su culpa. 

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero estaba agotada, en un momento del baile ya no podía más del dolor de mis pies así que me quité los zapatos y los lance a un lado de la pista.

—Vamos a descansar—dijo sobre mí oído después de un rato.

—Aún es temprano—contesté poniéndome a su altura.

Nos acercó a donde estaban bailando Sara y John, ella también se había quitado los zapatos.

—Dile a esta niña que vaya a descansar—dijo a Sara intentando hacer que ella me retara.

—Rei ya no tienes nada que hacer aquí, sé que no eres amante de las fiestas así que de seguro estas algo incomoda, ve a descansar lo necesitas—dijo también al oído ya que la música estaba a todo volumen.

La mire, lo mire a John y luego a Sebastián.

—Está bien, pero mira que aún estamos a tiempo de huir—dije en broma y largamos unas carcajadas como respuesta, esta vez John también se rió.

Sebastián me cargó como si no pesara nada, este grandulón no se cansa.

Me llevó hasta mi habitación, me metió en la ducha y solo me llenó de mimos y besos, creo que realmente sabía que estaba cansada.

Al terminar me llevó a la cama y me puso encima de él, estaba tibio y los latidos de su corazón eran tan relajantes.

Al parecer no tardé mucho en dormirme placenteramente sobre mí compañero destinado.

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