AMANDA GÁLVEZ

En el último año mi vida se convirtió en un infierno, tanto que llegué a creer que tal vez la felicidad jamás la había conocido realmente. ¿Tanto podía cambiar el rumbo de una familia y la naturaleza de la misma por una enfermedad tan devastadora como el cáncer?

Cuando sentí que mi padre ya no era el mismo y que algo iba mal con él decidí llevarlo al médico para descubrir que la muerte lo acechaba en silencio. Un avanzado cáncer en sus pulmones hIzo que comprendiera que lo perdería. Su vida estaba pendiendo de un hilo que a cada momento y con cada aliento que daba se hacía más delgado.

-¡Tiene que haber algo que puedan hacer!- Grité llorando desconsolada. La enfermera y el médico me miraban con lástima. Me estaba desmoronando en el consultorio. No estaba lista para perder a mi padre

-Lo siento Mandy, pero no hay nada que podamos hacer. Las medicinas harán que el tiempo que le quede a tu padre sea menos doloroso para él, pero así lo intentemos no hay nada más que podamos hacer- Ernesto siempre nos atendió y sabía que el también estaba sufriendo. El estaba acostumbrado a ver la muerte rondar en sus pacientes, pero era su amigo quién estaba en la camilla perdiendo la batalla contra el cáncer

-Hay quimioterapias, muchas personas se salvaron con eso. Mi papá es un hombre fuerte, ¡Tu lo conoces, sabes que lo es!- No quería rendirme, no podía hacerlo y era verdad, papá era la persona más fuerte que conocía, mi héroe, él lo era todo para mí

-Ya no podemos hacer nada Mandy. El cáncer avanzó mucho y en la etapa en que está, así como también por el modo en que se expandió ya es muy tarde. De verdad lo siento- Él me abrazó y solo me desmayé así, entre sus brazos

Con diecisiete años no estaba lista para ver partir a mi padre y no imaginé cuanto podía cambiar mi vida con su partida. Desgraciadamente había estado viviendo en una mentira, pero tal como siempre mi padre decía "entre el cielo y la tierra no hay nadie capaz de guardar secretos".

-Prométeme que pase lo que pase serás feliz y seguirás tus sueños- Me pidió estando en esa cama de hospital que ya podría haber proclamado como suya por la cantidad de veces que estuvo en ella

-Lo prometo papá, pero tú tienes que estar para verme cumplir mis sueños. Me prometiste estar en mi graduación y entregarme en el altar- Mi esperanza estaba puesta en que él cumpliera esas promesas aún sabiendo que no podía permanecer mucho más tiempo aquí

-Estaré contigo, pero no será físicamente. Eres mi ángel- Sentía un nudo en la garganta y quería que el me dijera que todo estaría bien, que superaríamos esto

Los próximos días fueron demasiado tristes. Estudiaba en el hospital y vivía agotada físicamente por pasar todo el día junto a mi padre. Quería pasar con él todo el tiempo que me fuera posible porque sabía que no volvería a verlo. Jamás volvería a escuchar su voz ni a sentir su abrazo reconfortante.

Los negocios de papá comenzaron a fallar porque él no podía estar al mando por obvias razones ni yo tampoco. Hubiera hecho lo que fuera posible, pero ahora lo único que me importaba era pasar tiempo con mi padre. Mi madre se mantuvo alejada del hospital y también de todo lo que con trabajo tuviera que ver. Ella se había desentendido de todo. No entendía que había pasado con ella para que demostrara tal frialdad. Aunque ella nunca fue la mujer más cariñosa, me hacía falta y sabía que a mi padre también.

Mandé solicitud a distintas universidades y pude compartir con mi padre la noticia de que me habían admitido en una de ellas. Estudiaría para hacerme cargo de todo lo que papá dejara, solo necesitaba tiempo. Todo tenía que estar bien y debía ser positiva al respecto.

Por desgracia papá dió su último aliento sosteniendo mi mano. Sus ojos se quedaron mirándome y aunque escuché el pitido incesante de las máquinas que estaban conectadas a él, me negué a aceptarlo. Me sacaron de la habitación para intentar reanimarlo pero fue tarde para él.

Mi padre se había ido y ahora no se trataba de un viaje de negocios. Ahora no volvería a verlo nunca, pero si creía que la muerte de papá era lo peor que podría pasarme estaba equivocada.

Llovía cuando debimos darle sepultura, mis lágrimas eran proporcionales a la lluvia que caía, pero mi madre no se veía afectada. Había estado más de la mitad de su vida junto a papá, ¿Cómo era posible que no sintiera dolor? Yo sentía que me habían arrancado gran parte de mi corazón con su muerte.

Al llegar a casa mi madre no parecía guardar luto por su pérdida. Había colocado música y comenzó a mirar unas revistas con una copa de vino en su mano. La ropa negra que había llevado al funeral fue reemplazada por una de tonos alegres y coloridos. No la entendía, cada persona guardaba luto de un modo diferente, pero ella parecía hasta feliz con el suceso tan terrible.

Por desgracia el fallecimiento de papá fue solo el inicio de una etapa oscura en nuestras vidas. Había vivido engañada por mucho tiempo, pero ahora era momento de abrir mis ojos y aceptar que nada era como yo creía. ¿Siempre todo fue tan malo o solo la enfermedad de mi padre había desgastado el matrimonio de ellos? ¿Como nunca me di cuenta de que todo iba tan mal?

"Mi casa ya no era la misma sin papá, pero al menos sabía que era mi hogar. Lo primero que perdería sería el lugar donde crecí y cuando al fin creyera que todo podría mejorar para mi... Me enfrentaría a otra pérdida y la mayor responsabilidad que jamás imaginé tener que afrontar. Nada ni nadie sería capaz de arrebatarme mis sueños y mi deseo de enorgullecer a mi padre y a mí misma"