Walter observaba a quien sería su esposa, una chiquilla poco más de diez años menor. Se sentía demasiado mayor a su lado, pero no había modo de retroceder, mucho menos de retractarse. Era aceptar desposar a la joven mujer o aceptar casarse con Rebeca, quien tenía varios años más que Amanda.
-Señor hemos llegado- El chófer lo sacó de sus pensamientos y él descendió del vehículo junto a su futura esposa temblorosa y al abogado
-Compórtate y deja que me encargue de esto- Pidió con su voz autoritaria y seriedad característica
Amanda automáticamente le respondería con cortesía como si fuera su jefe, pero mejor optó por hacer un gesto afirmativo y hasta decir en silencio muy bajito "si". Su actitud frustraba demasiado al empresario quien esperaba que ella demostrara seguridad.
Los tres ingresaron al lugar que tanto atormentaba a Amanda. Todos allí sabian quien era Walter, pero verlo con esa joven era llamativo aunque los rumores se habían propagado muy rápido y se hablaba de dicha unión.