Gloria se sentía desesperada al no tener noticias de su hijo, su más grande temor era que esas personas descubrieran que se encontraba con vida y querían acabar con él.—Mamá, ya es tarde, creo que es hora de ir a la cama, mañana vuelves a intentar—le aconsejo Hanna.—Crees que podré dormir, me temo que tu hermano puede cometer una locura que lo pondrá en riesgo—soltó con evidente preocupación.—Puedo entenderte madre, pero Mauro ya no es un niño y debe asumir sus el resultado de sus actos, confiemos que sabrá hacer las cosas—Hanna, se acercó a su madre y le quitó el teléfono.Luego la condujo hasta su habitación, en donde ya Mauricio se encontraba acostado.Después de dejar a su madre recostada, se fue a la suya, con la intención de dormir, pero antes, envió un mensaje al teléfono de su hermano.—Piensa bien, antes de actuar, papá y mamá están preocupados—decía el mensaje, pero el teléfono había sido pagado.Mientras esto ocurría, Mauro venía hecho una fiera, Ángela era su mujer y no
Mauro sabía que debía saber moverse para evitar ser descubierto, así que tomó su maleta y se dirigió a una estación de autobús, en donde tomó uno que lo dejara cerca de la casa de sus padres.También debía prepararse mentalmente para el regaño que le esperaba de parte de su madre, pues era ella quien más le preocupaba.El viaje en autobús le tomó más de cuarenta minutos, luego debió caminar media hora.Una vez que estuvo enfrente de la gran casa, tomó el suficiente aire para llenar sus pulmones, pues sabía que lo que necesitaría sería mucha paciencia, pero nada de lo que su madre le dijera lo haría cambiar de parecer. En su mente solo había algo claro y era recuperar a su familia, sin importar lo que tuviera que enfrentar, aun si eso colocará en riesgo su vida.…Mauro.Mi oído izquierdo zumbaba a causa de la fuerte bofetada que mi madre me había dado.Entendía su enojo, pues ella, al igual que mi padre quien me observaba en silencio, se sentía preocupado por lo que me pudiera pasar.
Mauro se sentía ansioso, temía que la respuesta de Ángela fuera que si amaba a Arturo, eso lo destruiría por completo.—La respuesta es ¡si!, amo a Arturo y soy feliz a su lado—contestó Ángela con firmeza.Mauro retrocedió al escucharla, sentía que su pecho se apretaba, para él eso no podía ser posible, ¿Cómo podía amar a alguien más?, ¿En dónde quedaba él y el amor que sentía por ella?Mauro retrocedió tanto que se golpeó con la pared, llamando la atención de Ángela.—¿Hay alguien más en casa?—preguntó Ángela.—No, debió ser alguno de los empleados—dijo Mauricio, pues él también se había percatado del ruido.—Entiendo— dijo Ángela restándole importancia—Es hora de marcharme, muchas gracias por todo.Mauricio asintió con la cabeza y caminó a la puerta para ayudar a Ángela a salir, cuando la abrió pudo ver cómo su hijo ingresó a la habitación de al frente sospechando que este había escuchado la conversación.— Agradezco tu sinceridad, Ángela—le dijo Mauricio—Espero y todo vaya bien.—M
Mientras estas dos personas se demostraban amor, en casa de la familia Villegas y la familia Fernández, todo era un completo caos.En la casa de la familia Villegas, los padres de Arturo se encontraban en el jardín conversando, cuando fueron interrumpidos por uno de los empleados.—Señores, me disculpo por la intromisión, en la entrada se encuentra una señora que se ha presentado como Gloria de Fernández y desea verlos—dijo él hombre.Emilia miró a su esposo, este cambió su expresión por una molesta, ellos en el fondo sabían que esa visita no traería nada bueno, pues tenía conocimiento de muchas de las acciones y actitudes de esa mujer.—hazla pasar, yo misma la atenderé—dijo Emilia poniéndose de pie.—¿Estás segura?—preguntó Damián.—Sí, sé cómo tratar con ese tipo de personas—Emilia asintió con malicia.—Es que no eres tú la que me preocupa—bromeó Damián.Emilia lo miró de mala gana provocando que Damián riera a carcajadas.—No digas bobadas—le regaño Emilia—Pídele a uno de los emple
Gloria se sentía muy enojada, no había conseguido su cometido, ella condujo de regreso a su casa.—¿Dónde está mi esposo?—le preguntó a un empleado.—El señor se encuentra con el joven—contestó el empleado un poco nervioso.Gloria ingresó a la casa y pido escuchar el escándalo que provenía de la segunda planta.Así que se apresuró a subir, hasta llegar a la habitación de su hijo, en donde Mauricio trataba de controlar a su hijo, quien había perdido el control después de haber escuchado la conversación de su padre y Ángela. —Debes calmarte—le dijo Mauricio tratando de conseguir calmar a su hijo.—Calmarme, acaso no la escuchaste—grito fuera de sí, Mauro.—Claro que la escuché, pero el que destruyas todo, no cambiará las cosas—Mauricio se acercó a él en un intento de sujetarlo.Pero Mauro, simplemente no razonaba.…Mauro.Destrozado, así me encontraba, había perdido todo, ya nada me quedaba.Ángela lo es todo para mí y escuchar que ama a ese imbécil me hizo perder el control.—Sabías
Barcelona— España.Eran las seis de la mañana, cuando la alarma retumbó en la habitación, Ángela sé levantó llena de ánimo, luego de tomar un delicioso baño y alistarse, se dirigió a la habitación de su pequeña hija Victoria, de solo un año de edad.La pequeña dormía en su cuna como un ángel, Ángela deposito un beso en su pequeña cabeza y bajó a preparar el desayuno para las dos.Ella tarareaba una canción de la cual no recordaba su nombre mientras batía los huevos en un bol de vidrio, ese día se sentía raramente feliz, quizás era porque después de dos largas semanas, Mauro, su esposo, volvería de su viaje de negocio. El sonido de su teléfono resonó tan fuerte, que de la impresión dejó caer el bol, haciendo que los cristales volara por todos lados.El pecho de Ángela subía y bajaba, su corazón estaba a mil, algo en su interior le decía que algo pasaba, ya sea, ese sexto sentido que se dice que las mujeres tienen.El teléfono volvió a sonar, sacando a Ángela de su trance, ella corrió y
Ángela se sentía dolida y a la vez molesta, Dios le había arrebatado a su compañero de vida, aquel con el que había planeado envejecer.—Quizás fue la única forma que encontró mi hermano para alejarse de ti—soltó Hanna.Las palabras de Hanna eran ignorantes e irritantes, pero Ángela no estaba dispuesta a caer en sus provocaciones, para ella era de verdad increíble que ni siquiera en un momento tan doloroso ellos no cambiaran su actitud, así que la ignoro.El funeral se llevó a cabo con normalidad, con solo ellos cuatro como asistente, al finalizar, Ángela se dirigió a su apartamento, con las cenizas de Mauro, había sido extraño que su madre haya aceptado que ella se quedara con ellas o quizás ya no valía la pena pelear.Al abrir la puerta de su apartamento, un dolor en el pecho la embargaba.— Cariño, ayudaba con este dolor—dijo ella sujetando con fuerza la urna de las cenizas de su fallecido esposo.Camino con paso pesado, hasta una mesa en donde había una foto de su esposo cerca de
Una terrible tormenta se había desatado en la vida Ángela, después de haber tenido todo con lo que siempre había soñado, ahora no le quedaba absolutamente nada.Su esposo se había ido de este mundo, dejándola llena de deudas, con una niña de solo un año, ¿Qué debía hacer? Era la pregunta, que se repetía una y otra vez, mientras seguía tirada en el piso, con su rostro lleno de lágrimas. Pero debía sacar fuerzas de donde fuera, no por ella, sino por su princesa.…Ángela.Me levanté y continué preparando el desayuno, al terminar fui por mi niña. Por hoy no pensaría en nada o eso trataría, debía procesar las cosas antes de tomar una decisión.—Lo haré bien—le dije a mi princesa.Ella me sonrió, mostrando sus pocos dientes, dando fuerza, así que, llamé a Mónica, para que cuidara de ella.Cuando Mónica llegó, la dejé con mi hija en su habitación y yo me dirigí a la mía, debía alistarme para ir al banco, pero para eso tenía que ir a la constructora por los documentos. Busqué en mi closet al