discusiones con la recepcionista.

Lo vuelvo a mirar con lágrimas en los ojos y no puedo sostener su mirada, por el hecho de que es muy potente. Ahora, si tengo un poco de miedo a que me lea y se entere todo de mí, apartó la mirada hacia la esquina.

—Por favor se puede alejar un poco de Mí —lo empujó con mis manos, no se mueve, es como una roca firme en su cimiento.

—¿por qué hace esto? Me quiero ir

—No vas a salir —replica, sacudiéndose la nariz.

—Le grito —Idiota, no soy de tu pertenencia y aún, así no hace caso a mis palabras.

—vas a aprender hablarme con respeto y tratemos el asunto de la mejor manera —me exige que lo trate bien.

—Eres un maldito asqueroso —le doy una bofetada por todo el enojo que me está causando.

Lo miro, él parece estar muy enojado, con su mano derecha me agarra del cuello y con la otra me acaricia la mejilla con su pulgar hasta rozar mis labios. Cuando nuestros ojos se encuentran mi mirada irradia temor y un leve temblor amenaza con aparecer en mi cuerpo, después de unos segundos me suelta y le quita el seguro a la puerta. Me quedo expectante mirando cómo camina de regreso a su escritorio.

—Ya te puedes ir y disculpa por ser agresivo contigo.

—Uf. Por fin, ya era hora —lo señalo con la mano—. Eres el peor hombre que he visto.

—Al parecer eres igual que las demás, muy pronto serás mía —lo dice dando vuelta en su silla.

Me detengo en seco cuando escuchó lo que me acaba de decir el desgraciado

—No soy como ellas y jamás en tu vida me tendrás —con esas últimas palabras cierro la puerta de un tirón y salgo corriendo por los pasillos con lágrimas en los ojos por todos los acontecimientos que acaba de ocurrir.

Nunca he estado tan cerca de un hombre y menos indagado de tal forma. Ya quiero estar en casa y olvidar todo esto. Antes de salir por completo de la empresa busco a mi alrededor a esa recepcionista que me engañó, ella debe pagar por ocasionar este problema, no debe salirse con la suya.

Acaso está celosa de mí. Al buscar por todos los rincones, la encuentro en la oficina de descanso, hay está la muy descarada conversando con otra chica y cuando me ve trata de esconderse debajo de la mesa. A mí al parecer es un poco ridícula la forma en que se esconde. Cuando llegó donde está, me apoyo de la mesa y me agacho, ella mueve su cabello y se expresa con miedo a que la lastime, pero va a ver de lo que soy capaz de hacer.

—A ti te estaba buscando —le jalo el cabello para sacarla de su escondite—. Mira, no sé quién eres o porque me engañaste y algo si te digo yo no soy como las demás, eso te lo aseguro cuando quiero hacer daño cumplo mi cometido y a ti te fallo esa misión, yo sí te voy a dar tu merecido.

—¡Ay, suéltame! —me empuja la descarada—. ¿Qué quieres de mí?

—Ahora no te acuerdas que me mentiste para que entrara a esa oficina y viera lo que estaban haciendo —con la mano derecha le sigo jalando el cabello y con la otra la levantó del piso—. ¿Qué? ¿Acaso tienes Alzheimer? Que se te olvidan las cosas.

—Te ruego que me sueltes, por favor disculpa es que pensé que eras… —la interrumpo.

— ¡ja, ja, ja! ¿Qué? No lo digas —la sujeto por sus hombros y la zarandeó—. Dime acaso, soy una prostituta que se acuesta con el primer hombre que se cruce en el camino, no soy de esa clase de mujeres ¿Me entendiste?

—¡Oye, suéltala! o tendré que llamar al guardia de seguridad. Esto no es un rin de boxeo para que vengas a golpearla, esto es un lugar de trabajo —un hombre que va pasando por allí intenta alejarme poniéndose en el medio de nosotras—. Si no me haces caso, yo mismo te sacaré a la fuerza y no me va a importar que seas mujer.

—Descuida, no le voy a pegar, yo no estoy loca para hacerle daño a la recepcionista de tu jefe y si bien puedes ver que estoy tranquila —la suelto—. Si me das permiso le voy a dar un consejo —el hombre se hace a un lado, sin perderme de vista —no trates a las mujeres que se acuestan con tu jefe de la misma manera que a mí porque ellas no te van a tratar de igual manera, al contrario, serán rudas contigo y te sacarán los ojos por andar hablando a sus espaldas.

—Se me olvidaba si tu jefe las manda a buscar para que vayan a su oficina o a cualquier otro lugar para tener sexo no es tu problema —volteo a mirar el hombre que se rasca la cabeza con la mano. Al parecer tengo la razón—. Tu jefe les está pagando por su trabajo, eso se llama trabajo honrado; igual que todos los demás trabajos que existen en este mundo. Nadie sabe la situación por la que están pasando y tú aquí haciendo bromas.

—Ja, ja, ja. ¿Cómo que es un trabajo honrado? ¿Qué sabes tú de esas mujeres? Tú no trabajas aquí y no ves que todos los días vienen distintas mujeres y el señor no se concentra en los proyectos o si la empresa se va a la quiebra por estar follando a cada rato, sabes una cosa; estamos perdiendo clientes por la culpa de esas…

—¡SILENCIO! No permito que hables mal de ellas ¡YA CALLATE! Ya no quiero escuchar cosas absurdas que salgan de esa boca cochina que tienes, pareces peor que un perico —sin pensarlo le doy una bofetada.

Estoy tan furiosa porque esta mujer, por más que le explico que es como cualquier otro empleo no comprende, me duele la cabeza, no sé si es media retrasada o se hace. Ya no puedo soportar que se exprese de esa manera de otras personas que ni están a su presencia para defenderse.

Me molesta mucho que trate a todas de esa forma, ella es mujer y no puede razonar por un momento si todas quieren hacer lo mismo o si están obligadas a hacerlo, no sé, quizás lo hacen para poder llevar comida a su casa o pagar la colegiatura a sus hijos.

Esto me recuerda cuando salvamos a Julia de ese demente, él solo hacía que estuviera con hombres para satisfacer sus adicciones a las drogas. Muchas mujeres en este mundo no tienen la oportunidad de tener un trabajo estable y por eso van a bares a ofrecer su cuerpo, no es para divertirse. 

Muchas de ellas llevan engañadas hasta que se topan con la cruel realidad e incluso son golpeadas hasta morir por no querer hacer lo que le piden, en otros casos las amenazan con sus hijos si no le dan todo el dinero. Me duele en el alma ver en las noticias que encuentran chicas menores con hombres mucho más mayores que ellas teniendo relaciones en hoteles para pagar sus estudios y a muchas de ellas en los callejones o matorrales tirados con una herida de bala en la cabeza o si no ahorcadas, a veces se las llevan presas por estar tarde de noche trabajando, porque algunas están ilegales sin sus documentos, no es justo que no haya apoyo para ellas y la justicia no hace nada porque las ven como si no valieran nada, para mí toda persona tiene voz y voto. 

Está recepcionista solo está haciendo lo mismo que los demás, piensa que esas mujeres no tienen valor, no voy a permitir que hablen mal de ellas.

—No, no te atrevas a decir otra palabra —le hablo con toda calma.

—Escúchame muy bien, niña estúpida. Puede ser que sea esta tú primera y última vez que pises esta empresa, porque me voy a encargar que jamás te reciban en este lugar, es más, FUERA DE AQUÍ —me grita esas últimas palabras para después hacerle señas al hombre y este me agarra fuerte del brazo izquierdo, me lleva casi arrastras de allí.

 

 

 

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