Lo más doloroso en este mundo quizás sea alcanzar el éxito pero no poder compartirlo con el ser querido a quien querías recompensar, porque se marchó demasiado pronto...
Cada vez que mencionaba a Ariel, los ojos de la tía se humedecían. La muerte de Ariel le había dejado un interminable pesar y arrepentimiento.
Afortunadamente, aunque Ariel se había ido, había dejado una hija.
— Cuando era pequeña, mis padres preferían a los varones. Solo permitieron estudiar a mi mediocre hermano, no a mí. Yo me rebelé e insistí en ir a la escuela, así que me cortaron la manutención y no me dieron ni un centavo para la matrícula, intentando obligarme a abandonar —explicó la tía con los ojos enrojecidos—. En aquella época, Ariel trabajaba en varios empleos extra en secreto para reunir dinero para mis gastos y matrícula... Para mí, Ariel fue como una madre. Me crió en sus brazos. Mis padres nunca me cuidaron un solo día, pero Ariel me crió.
— Así que María, nunca pienses que eres una extraña. No tengo h