Alejandro pasó los siguientes meses buscando desesperadamente a María.
Viajó hasta el pueblo natal de María y visitó a sus antiguos profesores, compañeros de clase y vecinos. Habló con todas las personas que la conocían, esperando obtener alguna pista sobre su paradero.
Durante esta búsqueda incesante, poco a poco comenzó a conocer realmente a María.
Descubrió que había crecido en una familia monoparental. Su padre la abandonó cuando era muy pequeña, lo que le provocó una profunda inseguridad desde la infancia. Por esa falta de amor, desarrolló una personalidad complaciente, siempre intentando agradar inconscientemente a todos a su alrededor.
Resultó que su tolerancia hacia él nunca fue por amor, sino porque la vida había sido tan dura con ella que se había acostumbrado a soportar todo en silencio.
Sin embargo, a pesar de todas sus desgracias, seguía siendo una persona bondadosa. Después de casarse con él, donaba dinero al orfanato cada mes y dedicaba tiempo cada semana como voluntaria