Narrador omnisciente
—¡Ya para! —Camila gritó en medio de risas— ¡Perdóname!
—¿Y entonces quién me va a pagar por mi camisa mojada? —la ojiverde estaba a punto de alcanzarla
—¡Estaba sucia de todas formas!
—¿Que dijiste? —su risa podía oírse a metros de distancia— ¡Te lo estás buscado!
Camila abrió los ojos cuando escuchó los pasos muy cerca de ella y su cuerpo giró al mismo tiempo que Lourdes se paró enfrente, tomándola por las piernas para subirla a su hombro derecho y así caminar lo