Los primeros rayos del sol se filtraron a la habitación de Skylar y se despertó. Al mirar la hora sobre el buró se dio cuenta que apenas eran las siete de la mañana. Soltó un gemido de protesta y se cubrió el rostro tratando de conseguir algo más de sueño. Los fines de semana eran los únicos días que podía un poco más y tenía que haberse despertado temprano.
Estaba por volver a quedarse dormida cuando sintió una oleada de nauseas. Se puso de pie lo más rápido que pudo y corrió el baño. Apenas logró llegar antes de comenzar a vomitar. No había demasiado en su estómago, pero las arcadas no se detuvieron por un largo tiempo.
Agotada y con las rodillas adoloridas por la posición en la que estaba, se sentó en el frio suelo y esperó solo para asegurarse de que había pasado por completo. Mientras tanto i