Su conciencia no estaba del todo lúcida.
Sólo sentía que el cálido abrazo a su espalda la reconfortaba, ofreciendo alivio a su cuerpo exhausto.
La persona detrás de ella la rodeaba con cuidado, pegándose a su espalda, y su rostro se apoyaba suavemente en su cuello.
El calor que emanaba de él le resultaba algo molesto a Bella, y trató de liberarse con cierto forcejeo.
El otro no se movió. Bella, medio dormida, notaba que la zona donde él la abrazaba se iba calentando cada vez más, y aunque algo le incomodaba, no reaccionó de inmediato.
Poco después, la envolvió por completo en su abrazo, colocando con delicadeza una mano sobre su vientre, como conteniéndose, y su cuerpo temblaba ligeramente de una forma poco natural.
Bella finalmente se percató de que algo no iba bien y se despertó de golpe.
Abrió los ojos e intentó girarse, pero él la mantenía prisionera contra su pecho.
—Bella, lo siento... —oyó la ronca voz de Pedro.
Bella estaba ahora plenamente consciente, pero no reaccionó de form