12. No hay tiempo

Me había dejado claro que el único sitio donde podríamos encontrarnos es lejos de la oficina, lo de la otra vez fue un simple desliz, una bienvenida supongo. Estoy mucho más que segura que había algo inquebrantable en Damián Remington y es su palabra. Por más pervertido, perverso y cruel que pueda a llegar a ser, lo que sale de su boca se corresponde con sus actos y eso es algo que siempre se agradece.

No lo he visto en todo el día pero eso no ha impedido que hubiera seguido trabajando, contra todo deseo me he pillado a mi misma mirando de reojo hacia su despacho deseosa y ansíosa al mismo tiempo. Lo único que me he encontrado ha sido a ejecutivos saliendo y entrando y a mi programando nuevos encuentros…

Lo que solía ser rutinario para mi, se había convertido en un castigo, en la espera de algo mucho más placentero, estar entre los brazos de mi jefe, casado y prohibido.

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