Estamos unos minutos en silencio y sin movernos, esperando a que nuestros corazones dejen de latir desbocados.
- ¡Hola! – me susurra al oído y yo sonrío, volteándome para enfrentarlo. - ¿Te he hecho daño? – pregunta. Parece genuinamente preocupado.
- No. Estoy más que bien. De hecho, creo que puedo volar. – le contesto y esa sonrisa que intenta ocultar reaparece. Mi pecho se expande. Me encanta verlo sonreír. Ese hoyuelo que tanto me gusta hace su aparición y lo toco con mi dedo índice.
- ¿Qué haces? – pregunta, levantando una de sus cejas.
- Me encanta este pequeño hueco que aparece aquí – toco su mejilla – las pocas veces que sonríes – la explico y él rueda los ojos.
Me río de su cara y siento su mirada sobre mí, escrutándome con ímpetu. Suspira y cierra los ojos. Me gustaría saber en qué piensa.
- Déjame probar algo, Malcriada – me dice y yo asiento.
Luke ladea la cabeza a un lado y deposita un sencillo beso en la