Las olas del océano rodaban suavemente contra la orilla, su sonido delicado se mezclaba con risas y música. El aire olía a sal y flores. Las parejas caminaban de la mano por la Playa de Melun, tomando fotos y sonriendo entre sí.
Faye estaba junto al agua, su larga bufanda blanca ondeando con el viento. La brisa marina rozaba su rostro y por primera vez en días, sonrió. Es hermoso, susurró para sí misma.
Observó cómo un niño pequeño corría hacia las olas, sus padres detrás de él riendo. La escena le calentó el corazón. Qué paz, dijo suavemente, mientras sus dedos rozaban el aire fresco.
Entonces, detrás de ella, una voz familiar habló. Finalmente. Llegaste.
Faye se giró rápidamente, sorprendida. Sus ojos se abrieron al verlo. Philip, dijo casi sin creerlo.
Philip estaba allí con una camisa blanca y pantalones claros, su cabello movido suavemente por el viento.
Cómo... cómo me encontraste, preguntó ella, con voz llena de sorpresa.
Él dio un paso más cerca y esbozó una pequeña sonrisa. ¿