24. Contando la verdad

ALISA

Ella no lo dudó, en otra situación se habría negado, pero el tiempo apremiaba y ellos debían llegar lo más rápido posible. Se colgó del cuello de Vilkank con facilidad, él sostuvo sus piernas en una postura cómoda y comenzó a caminar a una velocidad vertiginosa, habría jurado que su demonio corría, de no ser por todos los desechos que se encontraban en el piso que le impedían hacerlo, sin embargo, aquel nivel de agilidad era impresionante.

Llegaron a la casa en tiempo récord solo para que más lágrimas se escaparan, todo el lugar estaba derrumbado, no quedaba casi nada en pie salvo algunas columnas y el garaje que parecía una pequeña habitación debajo de un montón de tierra. La desesperación llenó su pecho con miedo y dolor, era demasiado para sus nervios. Se soltó de los brazos d

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