Capítulo 74 ¡Quizás a él no le importaría que no sea su hija!
Ni Diego ni Manuela hablaron en el trayecto en automóvil, quizás por temor a decir algo que hiciera estallar la tormenta.
Al llegar a la residencia de los Sánchez, la tensión era tan evidente entre ellos que ambos comenzaron a sentirse sofocados.
Entonces, Manuela dejó escapar un suspiro. Espontáneamente, fue hasta la cocina a calentar la cena para ambos sin decir una palabra. Habiendo colocado la sopa a calentar, sintió su presencia y no pudo evitar volverse y correr a sus brazos.
Manuela cerró los ojos para contener las lágrimas, sintiéndose perdida y vacía, lo besó para detener el temblor de sus labios y apretó las manos sobre sus hombros para no estremecerse.
La situación había estallado. Finalmente, la intensidad de sus sentimientos reprimidos empezaba a aflorar a la superficie.
— ¿Qué harás si es tu hija? —le pregunto con miedo
—No lo sé, —Diego resintió el hecho de que ella no dijo ¿Qué haremos?, sino ¿Qué harás?
—Lo