Incluso cuando Cira estaba enojada, su mente funcionaba rápidamente. Las palabras y frases de Gerardo claramente no tenían sentido: —¿Sabes algo?
No, debería preguntar: —¿O sabes todo?
Gerardo curvó los labios, como si estuviera elogiando su inteligencia, pero solo la miró sin decir una palabra. Sus párpados eran bastante estándar, y cuando sonreía, las esquinas de sus ojos se levantaban ligeramente. Tenía párpados delgados que lo hacían parecer profundo y penetrante, pero su mirada era tranquila y serena. Esa contradicción lo hacía parecer a la vez frío y encantador.
Era un par de ojos naturalmente apasionados.
Cira evitó su mirada y dijo fríamente: —En lugar de enviar a alguien a seguirme, sería mejor que me contaras toda la historia. Solo cuando entienda mi situación podré protegerme.
Gerardo habló con voz suave: —Si fuera tan fácil contarte todo, no te habría dejado entonces.
¿Eso significaba que su partida al extranjero en aquel entonces también estaba relacionada con su identidad