Isabel había dado una bofetada fuerte, dejando una marca roja inmediata en la apuesta rostro de Enrique. Él se tocó la cara, más sorprendido que dolorido: —¿Me estás golpeando por él?
Isabel apretó los dedos y miró hacia Francisco, reprendiéndolo fríamente: —Lárgate, no quiero volver a verte en Sherón.
Francisco no respondió, pero se fue. Su objetivo ya se había cumplido, y no le importaba dejar espacio para ellos.
Francisco se levantó del suelo y volvió a ajustar su bata de baño.
—Isabel, recuerda mis palabras.
Al escuchar el nombre de Isabel, el factor violento en el cuerpo de Enrique comenzó a agitarse.
¿No quería volver a verlo en Sherón? No era alguien fácil de tratar. Ya lo había advertido la última vez. Si se atrevía a acercarse a su esposa en Sherón después de todo, no lo dejaría salir ileso.
En ese momento, Enrique ya había decidido cortarle al menos un brazo a Francisco.
Isabel se volvió para entrar a la habitación, pero Enrique la detuvo bruscamente, empujándola contra la p