Cira no sabía de qué estaban hablando, y ambos dejaron de hablar al unísono.
Ella miró a Morgan, luego a Marcelo sentado junto a la cama, intentando sentarse.
Como su mano izquierda estaba herida, no pudo apoyarse en el colchón. Marcelo se levantó de inmediato, ayudándola naturalmente a apoyarse en sus hombros y colocando una almohada detrás de su cintura para que estuviera más cómoda.
Su expresión ya era amable y cuidadosa: —¿Cómo te sientes? ¿Duele?
Cira negó con la cabeza: —Tomé un analgésico, no duele. ¿Cómo has venido? ¿La lesión de la señorita Sánchez es grave?
Marcelo respondió: —La cirugía salió bien, su anestesia aún no se ha disipado, todavía no ha despertado. Dejé a un cuidador en la habitación, me avisarán en cuanto despierte.
Cira frunció el ceño.
Marcelo adivinó que ella quería que él regresara para cuidar de Emilia y no se preocupara por ella.
Antes de que ella pudiera hablar, dijo: —La habitación de Emilia está en este mismo piso, solo a unos pasos. No me sentiría tranq