— ¿Sí? — murmuró cuando abrió la puerta.
— Usted debe ser Christen Phillips. Yo soy Olivia Montís, y estoy aquí para llevar a Vick. Usted debe conocerlo por Victor.
Ella miró detrás de la puerta. Victor ya estaba mirando por encima de la cabeza de la chica.
— Puedes dejarla entrar, Christen.
Ella abrió la puerta y los dejó entrar.
— Victor, ¿estás bien? — preguntó la joven al dar unos pasos por la habitación.
— Ahora lo estoy. — Miró a Olivia, viendo su palidez — ¿Y tú?
— Estoy bien, hombre. no soy de vidrio.
Mientras él contaba lo que había ocurrido, Christen observó a los compañeros de Victor.
Eran cinco. La primera, Olivia, era una cosita. Más chica que ella misma, pero perversamente hermosa y en su propio estilo. Parecía tener unos veinte años, cabellos negros y largos, ellos eran medio lisos y medio ondulados. Ojos no se definían entre azul y gris. Ella, aunque mucho más pequeña que Victor y con los ojos de diferentes colores del mayor, parecía hermana de Villanueva. Otra cosa qu