Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las ventanas alumbrando la habitación del hospital, misma en la que descansaba Damon. Su rostro reflejaba la tranquilidad de un ser humano dichoso, verlo tan sereno me causaba cosquillas en el estómago y sentía la penosa pero urgente necesidad de besarlo. De la noche a la mañana decidí que su pasado no me importaba, lo que fuera o hiciera en él no es de mi incumbencia, hubiera querido que él confiara un poco más en mi pero tampoco pensaba obligarlo a nada. En tan poco tiempo se había convertido en la persona más importante en mi vida, Damon se encargaba de llenar ese vacío que Edwin dejó en lo que quedaba en mi corazón. Me estremecí al pensar que llevaba varios días sin hablar con él y me propuse que en cuanto Damon estuviera bien lo haría.