Moriii, pero de la risa.
C93- VOY POR USTEDES.DARIUS.El espía llegó al amanecer, después de que aceptara que Gideon me prestara algunos hombres y se uniera a mi lucha, envié a su mejor hombre. Uno indetectable. Uno que pasaría desapercibido en mi manada. Porque sí, aún era mía. Nico no era nadie y se lo dejaría saber.El hombre se detuvo frente a mí, jadeante y lleno de barro.—Mi señor… —luchó por respirar—, tengo buena información.Asentí y le dejé beber más agua; el pobre hombre había arriesgado el pellejo. Era lo mínimo que se merecía. Pero la ansiedad hacía estragos en mi interior. Y cuando el hombre estuvo más calmado y satisfecho, hice la pregunta:—¿Qué tienes?—Serena y Nico se están reuniendo en el paso del norte. Al parecer están bloqueando todas las entradas de la manada. Si no actúan ahora, será demasiado tarde, alfa.Apreté los puños y mis nudillos crujieron.—Malditos bastardos —sisé.Los muy desgraciados se estaban cerrando. Saben que iré por ellos o que seguro ya sé de su traición. Pero de
C94- NUNCA TE QUISO.Ya había anochecido.La habitación estaba en silencio. Afuera, el viento helado golpeaba los cristales. Y Susan estaba sentada junto a la cuna, observando a los cachorros de Liona dormir profundamente, arropados y ajenos al mundo que temblaba a su alrededor.Sonrió suavemente, con ternura, pero algo dentro de ella no la dejaba en paz.Un peso en el pecho.Su corazón latía con fuerza, como si supiera que algo estaba a punto de suceder. Se llevó una mano al vientre y lo acarició con cuidado.—Papá va a volver —susurró—. Él va a volver por nosotros... Te lo prometo.Se dio la vuelta para tomar una manta y entonces... se congeló.Una figura oscura estaba de pie en la entrada. La puerta se cerró lentamente detrás de ella. Susan palideció; la sangre se le fue del rostro cuando vio quién era.—Tú… tú… ¿Cómo entraste aquí?Serena sonrió despacio. Y cada paso que daba hacia ella era como un veneno extendiéndose por la habitación. Sus botas resonaban en el suelo de madera,
C95- EN MANOS DE UN MONSTRUO.LIONA.El bosque crujía bajo nuestras botas, caminábamos en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos.Zander iba al frente, serio, habia tensión en él. No decía nada, pero lo notaba en la forma en que miraba a los lados, como si esperara que algo saltara de entre los arboles. Gideon iba detrás de él, más callado que de costumbre, con los labios apretados y el ceño fruncido.Y entonces sucedió.Un frío me atravesó el pecho de golpe.Me detuve. Era como si una garra me hubiera desgarrado por dentro y jadeé, llevándome la mano al corazón.No era un simple escalofrío. Era dolor real, físico, punzante.Y de pronto, lo oí. No con los oídos, no... dentro de mí.Un aullido.Corto, tierno y desesperado.—No —susurré.—¿Qué pasa? —preguntó Darius, girando hacia mí de inmediato.—Es Daphne —dije—. Algo le pasó. Lo sentí. ¡Lo escuché, Darius!Zander se dio la vuelta, con el rostro mas tenso y Gideon también. No dijeron nada al principio. Pero no hizo falta. Por
C96-RITUAL.La cabaña se alzaba en medio del bosque y en el centro de ella, una llama negra, crepitaba sobre un altar tallado con huesos y runas prohibidas. Y sobre ese altar… yacía la diminuta silueta de Daphen.La pequeña se habia quedado dormida de tanto llorar. Su pequeño cuerpo temblaba, ajeno al horror que la rodeaba.Serena la observaba con una sonrisa torcida, envenenada de satisfacción. Sus ojos ya no eran ojos: eran brasas encendidas, devoradoras, testigos de su creciente locura. Su vientre abultado se movía con espasmos oscuros, como si la criatura que gestaba también sintiera la proximidad del sacrificio.—Esta noche —murmuró, mientras pasaba un dedo por la mejilla de la niña—, el mundo de Liona y Darius se convertirá en ceniza… y yo, en su reina.El fuego chisporroteó cuando ella colocó una copa de plata bajo el altar. La copa no estaba vacía. Contenía sangre. De un Fae. De un inocente.—Cuando la luna sangre y el velo se rasgue, tú morirás, pequeña. Pero no será rápido.
C97-BATALLA EN EL ALTAR.LIONA.El bosque me tragaba. Por cada paso que daba, era como meterme más hondo en una boca de sombras.Las ruinas aparecieron entre la niebla, retorcidas y podridas por el tiempo. Cada piedra estaba cubierta de símbolos extraños.El aire pesaba y mi pecho se apretó hasta dolerme. Mi bebé estaba aquí. Aquí... en este sitio de pesadilla.Apreté los puños y seguí. No podía flaquear. No mientras el tiempo corría y mi dulce Daphne estaba en peligro.De repente, un susurro de risa rompió el silencio. Me giré y la vi.Serena.De pie sobre el altar, me sorprendió su aspecto. Ya no era la misma que había conocido. Ahora tenía un aura de maldad. No es que nunca lo hubiera tenido, pero ahora era mucho peor. Y eso hizo que mi estómago se tensara, porque mi hija había estado con ella.«¿Qué pudo haberle hecho? No. No pienses en eso ahora, Liona.»Me reprendí, necesitaba estar fuerte, no solo física, sino mentalmente, para lo que vendría.—Qué lenta, Liona —se burló—. ¿Tan
C98- ALFA INDIGNO.El viento arrastraba el olor a sangre fresca mientras Zander cruzaba el patio de la manada Crepúsculo. Cada paso suyo dejaba una huella de rabia contenida. Su camiseta rasgada colgaba de un hombro, empapada de rojo, y pequeñas heridas adornaban su piel como marcas de guerra. Atrás, los cuerpos inertes de los centinelas quedaban como un triste recordatorio de su paso: ninguno había sobrevivido.No había tiempo que perder. Y mientras Darius y Gideon ya estaban en camino a ayudar a Liona, Zander tenía su propia batalla que librar. Nico.Solo el nombre le hacía hervir la sangre.Cada mentira, cada traición, cada gota de dolor que había causado a Susan, avivaba el fuego de su venganza.No iba a esperar. No queria.La furia vibraba en su pecho, latiendo a la par de su lobo, que golpeaba, impaciente, en las paredes de su mente. Sus ojos, dorados y brillantes como brasas vivas, se clavaron en la entrada principal del castillo.—¡NICO! —rugió—. ¡Sal y enfréntame, cobarde!D
C99-MAGIA OSCURA.LIONA.La tierra tembló bajo mis patas. Y en el acto vi el destello negro de Darius y la fuerza marrón de Gideon, cargando como si el infierno mismo los empujara.El hechizo de Serena se quebró en un estallido.Gideon fue el primero en alcanzar la fuente del poder. Y con un gruñido brutal, saltó hacia el altar, destrozando las runas que mantenían a mi hija atrapada.Pero Serena era rápida como una víbora; la maldita lanzó una daga de sombra que se clavó en su costado.―¡Gideon! ―dije en mi cabeza, viendo cómo el hombre que me había ayudado cuando más lo necesitaba caía.Él cayó de rodillas, soltando un rugido de dolor que desgarró su garganta. Y luego hubo sangre, espesa y oscura, que empezó a empapar la tierra.—¡No! —grité, sintiendo el mundo derrumbarse.Darius estaba a punto de lanzarse sobre Serena como una sombra hambrienta. Y la habría destrozado allí mismo, si no fuera porque mi voz, rota y urgente, atravesó su mente.—¡Es mi pelea!Vi el destello de duda en
C1-UN AMOR OCULTO.POV LIONA.—¿Por qué el Alfa tiene que comer comida cocinada? ¿No es más simple y nutritivo solo comer carne cruda? ¡Somos lobos! —me quejé mientras cortaba un poco de zanahoria. La hoja del cuchillo golpeaba con rapidez la madera, pero mi frustración no disminuía.Soy Liona Lindbergh, y desde que tengo razón soy esclava de la manada “CREPUSCULO”. Fui adoptada por una pareja de ancianos que me dieron un hogar hasta que la muerte los reclamó. Desde entonces, tuve que pagar mi comida y mi techo sirviendo en la cocina del Rey Alfa Darius.No tenía otra opción.Debía servir.—Deberías estar agradecida por tu talento en la cocina, de lo contrario solo tendrías que fregar los pisos como los demás esclavos —dijo Susan al entrar en la cocina.Me giré para dedicarle una sonrisa. Susan siempre decía lo que pensaba, sin importar lo duro que sonara.—Tu hermano es un hombre lobo, no un humano —le dije, sin contener mi sarcasmo.La pelirroja se rió mientras tomaba un trozo de fr