Estela estaba frente a ellos en el umbral de la puerta. Llevaba un vestido rojo y largo y una bufanda del mismo color envuelta en el cuello. En su brazo izquierdo colgaba un bolso de cuero rojo y sus ojos grises traslucían maldad. Aquella mujer entró y colocó el seguro a la puerta de cristal.
Adrián y Camila se separaron.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Adrián.
—Mi amor, ¿Así me recibes después de tantos años? Esperaba un abrazo como el que le diste a ella.
—¿Qué demonios quieres con nosotros?
—¿No te das cuenta? Estaban separados y mira cómo volví a reunir a la feliz pareja. Bastó una llamada para que de inmediato estuvieras aquí. Eso solo prueba una cosa: No los he destruido totalmente.
—¡Es suficiente! —le gritó Camila—. Llamar&eac