25 de junio, 11:35 a.m. — Los Ángeles, California
La resaca estaba siendo una perra, Leah se quejó de dolor mientras esbozaba una mueca y se sentaba en su cama. El cubrecamas cayó sobre su regazo y soltó otro quejido por la luz que ingresaba por los grandes ventanales, que a diferencia de como los había dejado, estaban completamente abiertos, dejando que cada recoveco de su habitación se ilumine por completo.
— Veo que estas despierta. — Leah se quedó de piedra y giró su rostro como la niña del exorcista mientras veía a Daniel sentado en el sofá a un lado de la cama. a diferencia de como acostumbraba a verlo, se encontraba vestido con la misma ropa de la noche anterior y tenía ojeras enormes por el desvelo.
— Hola. — saludó ella de manera amable y un tanto culpable mientras lo miraba.
Su hermano no le devolvió