"Hola, querida", saludó Camila con su gesto diplomático.
"¿Camila? ¿Qué haces aquí?"
"Oh, solo pasé por tu oficina."
Una vez más, Alondra se sorprendió. "¿Qué quieres decir? Estaba camino a allí."
"No es necesario, querida. He informado a tus superiores que has decidido renunciar."
Las palabras de Camila hicieron que Alondra se enfureciera al instante. Este era su sustento; había trabajado duro por ello y lo había mantenido durante años, y una psicópata como Camila se atrevía a hacer esto sin el consentimiento de Alondra.
¡Era absolutamente insano!