4. ¡El Bebé Patea!

Por otro lado, Nora salió del consultorio con una sonrisa gigante en el rostro, emocionada por la aventura que acababa de empezar. Con su mano sobre su vientre, Nora supo que aquel bebé era el más deseado de todos, y que lo quería con todo su corazón aunque le perteneciera a su hermana.

Iba tan ensimismada en sus propios pensamientos que no se percató de Jeremiah quién venía caminando por el pasillo sintiéndose impotente por lo ocurrido. Sin percatarse de ella, tropezó con Nora haciendo que esta casi perdiera el equilibrio y cayera al suelo, pero él la sostuvo antes que esto ocurriera.

—¿Estás bien? —preguntó mirándola con preocupación.

Nora lo miró con sorpresa, no imaginó que era el mismo hombre que había visto semanas atrás.

—S-sí, sí. Lo siento —titubeó ella observando de cerca los ojos de aquel hombre.

Eran de un azul tan intenso que por un breve instante se perdió en ellos. Pero entonces volvió a la realidad y se separó de Jeremiah como si de pronto su cercanía fuera demasiado para su estabilidad mental.

—Me disculpo, no me fijé en ti —dijo antes de retomar la marcha y caminar hacia la salida.

Durante el camino a casa, Nora no pudo ser capaz de sacar de su mente aquella mirada azulada. Recostó la cabeza en la ventanilla del taxi pensando en aquel hombre apuesto que la había sostenido en sus brazos. Sacudió su cabeza tratando de pensar en otra cosa y se concentró en la noticia que había recibido del doctor.

Le tomó menos de diez minutos llegar a la residencia donde vivía junto a su hermana y cuñado.

Abrió la puerta ingresando dentro de la casa encontrando a Oliver e Irena en el comedor.

—¿A dónde fuiste tan temprano? Te estábamos esperando —preguntó su hermana al verla.

—¡Se consiguió el resultado! —exclamó Nora sacando el papel que le había dado el doctor.

Su hermana la miró, y una sonrisa se deslizó por el rostro de Nora al mostrarle la prueba de fertilidad. Irena y Oliver compartieron una mirada rápida antes de acercarse a la joven abrazándola con fuerza.

—Gracias, de verdad muchas gracias por lo que estás haciendo por nosotros, estaré en deuda contigo... yo...—su oración quedó a medias, un sollozo brotó de la garganta de Irena quien no había podido retener las lágrimas de felicidad.

Nora se separó de ambos y agarró la mano de cada uno, mirándolos con cariño.

—Ustedes me han dado todo, son mi familia y verlos sufrir me parte el corazón. Estoy completamente segura que este bebé tendrá los mejores padres del mundo —acarició su vientre —. Ambos merecen ser felices...

Envolvió a su hermana entre sus brazos quien no dejaba de llorar.

Su cuerpo se sentía algo extraño, había una diferencia en él, y es que ahora dentro de ella crecería el hijo que tanto habían buscado con anhelo su hermana y cuñado.

—Cuéntame, ¿qué te recomendó el doctor? —inquirió Irena secando con el dorso de su manos las lágrimas.

Nora estaba por hablar, cuando el móvil de Oliver comenzó a timbrar.

—Disculpen, debo atender —se retiró del comedor para responder la llamada.

—¿Trabajo? —preguntó Nora al notar cómo su cuñado se había tensado ante la inesperada llamada.

Irena resopló.

—Es un cliente importante, ese hombre es tan meticuloso que cualquier error podría costarle el trabajo a Oliver —emitió echándole una mirada furtiva a su esposo quien parecía estresado —. En fin, háblame de todo lo que el médico te dijo.

Nora sonrió recordando la felicidad que había sentido al escuchar al doctor decir que estaba embarazada.

Por otro lado, Oliver escuchaba a su cliente quejarse del diseño que días antes le había parecido perfecto y ahora le hallaba defecto. No entendía que le encontraba mal si él mismo había elegido el diseño de la mansión.

Pero Jeremiah era un hombre difícil de complacer, nunca estaba de acuerdo con nadie y creí tener siempre la razón en todo.

—Te daré dos meses para que termines, si no lo tiene listo antes de este tiempo entonces cancelaré el negocio —habló Jeremiah finalizando la llamada.

Oliver suspiró.

Cada día se sentía más presionado, pero no podía echarse para atrás ya que estaba en juego no solo su trabajo sino también una gran suma de dinero. Había aceptado aquel negocio aunque sabía que Jeremiah no se la pondría fácil, y estaba en lo cierto.

***

Tres meses después...

—¡Oh, está pateando! —chilló Irena tocando la barriga de su hermana.

—Lo ha comenzado a hacer más frecuente —dijo Nora sintiendo al bebé moverse.

—Debe ser única la sensación, ¿no?

—Lo es, no sabría cómo describir lo que realmente se siente, pero es extraño y al mismo tiempo emocionante —expresó Nora y su hermana sonrió —. ¿Ya han decidido que nombre le pondrán?

—Umm, Oliver y yo queremos que tú lo elijas —comentó Irena haciendo que una sonrisa se dibujara en el rostro de la joven.

—¿De verdad? —ella asintió —. Pues déjame decirte que he buscado y ninguno me ha llamado la atención todavía, pero encontraré uno bonito, lo prometo.

—Confiamos en tí, de seguro le pondrás un lindo nombre a nuestra bebé —acarició su barriga.

Nora sonrió.

Se habían enterado que tendría una niña, esto llenó de felicidad a los padres del bebé que llevaba en su vientre. Desde ese momento, comenzaron a prepararse para la llegada de su pequeña, comprando ropa, juguetes y todo lo necesario para asegurarse de que no les faltara nada. Además, comenzaron a pensar en la decoración de la habitación de la bebé, pintando las paredes de un color suave y escogiendo una cuna y una cómoda en tonos blancos. Estaban emocionados por conocer a su hija y verla crecer juntos como familia.

—¿A qué hora llegará Oliver? —cuestionó Nora.

—Tal vez un poco tarde, me avisó que le ha surgido un inconveniente en el trabajo —comentó Irena un tanto desilusionada.

Su hermana lo notó.

—¿Estás bien? —se atrevió a preguntar aunque no quería parecer metiche.

—Sí, solo estoy cansada —desvió la mirada de su hermana menor quien la observaba fijamente.

—¿Segura? —indagó Nora.

Irena suspiró profundamente.

—Últimamente Oliver no está siendo el mismo, pasa la mayor parte del tiempo en el trabajo y regresa tarde a casa. Siquiera podemos tener una conversación normal, siempre está cansado y eso me agota... —bajó la mirada al suelo ocultando las lágrimas que no tardaron en aparecer —. No sé que será de nuestro matrimonio si esto continúa así. Yo solo quiero que las cosas vuelvan a ser como antes, cuando nos reíamos juntos y disfrutábamos de cada momento.

Nora asintió, comprendiendo la angustia que su hermana estaba viviendo. Se inclinó hacia ella y secó sus lágrimas.

No le gustaba ver llorar a su hermana mayor, esa que además era como una madre para Nora.

—Lo siento tanto, Irena. Debes estar pasando por un momento muy difícil. Pero, ¿has intentado hablar con Oliver sobre cómo te sientes? Creo que sería lo mejor —sugirió Nora a pesar de no ser una experta en el tama, ya que no estaba casada.

Irena sacudió la cabeza.

—No he querido presionarlo, sé que está muy ocupado con su trabajo, sobre todo en ese proyecto que debe terminar cuanto antes. Pero a veces siento que me está ignorando por completo —expresó con expresión triste y dolida.

Nora le tomó la mano con cariño.

—Debes hablar con él, Irena. No puedes seguir guardando todo esto dentro de ti, necesitas decirle cómo te está haciendo sentir esta situación. El matrimonio es trabajo en equipo y es importante que ambos lo hagan juntos para superar esta situación —intentó animarla a tomar la iniciativa.

Irena asintió, agradecida por las palabras de su hermana. Tenía razón en lo que le decía, no podía seguir esperando a que las cosas se solucionaran por sí solas. Tenía que enfrentar la situación y hablar con su esposo. Hablar con Oliver sería difícil, pero sabía que era necesario si quería salvar su matrimonio. Nora la abrazó y ambas se quedaron en silencio, sintiéndose unidas en su relación de hermanas y apoyo mutuo.

Nora decidió ir a su habitación para descansar, el embarazo la hacía sentir exhausta y sin energía. Mientras tanto, su hermana se quedó preparando la cena con la esperanza de poder hablar esa misma noche con su esposo.

Horas más tarde, Oliver estacionó el auto fuera de la casa y entró a su hogar, dónde se sorprendió al ver a Irena esperándolo en la sala. Ella se levantó al notar la presencia de su esposo, y se acercó a él sin vacilar. Lo rodeó con sus brazos.

Oliver no dudó en devolverle el gesto, apretándola a su cuerpo con cariño.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo