Sentí muchísima vergüenza y humillación a la vez. Que me pillaran masturbándome en el pasillo no es algo que le desee a nadie. Por suerte, Brian no me hizo pasar por una situación aún más embarazosa y me citó en su despacho al día siguiente.
Me dio tanta vergüenza que volví a mi habitación, desvaneciendo así la intención de ir a buscar agua a la cocina.
En cuanto entré en mi habitación, me tumbé en la cama sin perder tiempo. Estaba ansiosa por lo que Brian me diría, y me aterraba que se lo contara a mi madre o que me echara de la villa.
Puede que haya odiado ascender a la riqueza de esta manera, pero no fui tan estúpido como para no saber que esta oportunidad podía cambiar mi vida para siempre.
Si lo hace, no tendré adónde ir, o mi madre podría mandarme de vuelta a Londres.
Me quedé dormido más tarde esa noche, ya que pasé la mayor parte de la noche pensando en lo que me depararía el día siguiente.
Cuando desperté esa mañana, era bastante temprano. Mi teléfono no paraba de vibrar con