Esteban estaba completamente asombrado en ese momento, nunca se imaginó que él pudiera pasar por algo como eso a esas alturas de su vida.
-Señores, no hay por qué ser tan agresivos, estoy dispuesto a darles lo que me pidan – dijo Esteban con altanería.
-Eso tendrá que decírselo a nuestro jefe – dijo uno de los hombres que lo habían capturado la noche anterior.
-Puedo pagarles más a ustedes dos de lo que su jefe le vaya a pagar – dijo Esteban tratando de persuadir a los hombres – solo digan una suma y yo la voy a multiplicar.
-Lo sentimos, pero somos y siempre seremos leales a nuestro jefe – dijo uno de los hombres que mantenía su postura militar como quien estaba haciendo guardia frente a un cuartel.
En ese momento la puerta del lugar se abrió y Clemente entró al lugar tratando de mantener su postura derecha a pesar del dolor que le causaba su herida en el vientre.
- ¿Tú? – preguntó esteban sorprendido, de ninguna manera se esperaba que el autor de todo ese teatro sea Clemente - ¿Qué