Lía se asustó al ver una gran cantidad de sangre, temiendo haber cometido homicidio, sus manos comenzaron a moverse involuntariamente y su pecho se angustió en sobremanera, imaginó un final donde estaría tras las rejas con el peso de la culpa de hacer matado a alguien, aunque ese alguien haya sido un ser tan despreciable.
- Qué hago, si salgo de aquí los demás me mataran, pero en algún momento llegarán en busca de su jefe y me descubrieran - pensaba Lía repetidamente.
Su estómago estaba completamente apretado, mientras ese hombre sangraba y no reaccionaba, teniendo dudas si debía tratar de hacerlo reaccionar o dejarlo ahí para huir, solo veía que su herida sangraba muchísimo y el palidecia a cada segundo. Lo maldijo varías veces porque incluso cerca muerte daba problemas.
De pronto ingresaron a la casa rodante de una gran patada en la débil puerta, inpeccionando todo el lugar acelerada ente y encontrando a ese hombre tendido en la cama, desnudo y envuelto en sangre.
Lía estaba aterr