Escucho sus teorías, yo me voy jajajaja
Narrador omnisciente Mientras la ceremonia civil se llenaba a cabo, Isabella, se percató del porqué no daban los nombres de los novios y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. El ambiente estaba cargado de tensión, a pesar de no ser muchos los invitados; también pudo reconocer a la novia, como quien en un principio era su ginecóloga, y entre los invitados, a Mateo, hermano de la novia y amigo de Clark. Por un momento pensó que al terminar la boda, podía acercarse a él y preguntar por el padre de su hijo, saber si es que Clark, aún la esperaba o ya la había superado. Esa pregunta quedó en el aire cuando después del "puede besar a la novia", todo se volvió un caos. Una mujer gritaba maldiciones a las recién casadas mientras destrozaba las decoraciones. Más grande fue su sorpresa al ver quien era la otra novia, Cinthya, trataba de proteger a toda costa a su esposa, más la irá de quien por lo visto era su suegra, caía sobre ella. Algo era seguro, ni recepción, ni fiesta,
Fabiola No encuentro la forma de parar este desastre, la madre de la novia, está hecha una fiera indomable, todo nuestro trabajo tirado en minutos, es el evento mas triste que hemos asistido; nos vemos unos a otros con resignación. Como puedo empiezo a recoger lo que ya han roto, mientras los chico tratan de mantener calmada a la suegra loca, tarea demasiado dificil; de un momento a otro alguien toca mi hombre llamando mi atención. Creo que es un invitado más, hasta que me pregunta por Isa, lo que se me hace muy extraño y me pongo a la defensiva. —¿Y por qué te interesa? ¿De dónde la conoces? —le cuestiono. —Digamos que soy quien ayudo en su contratación y bueno, yo solo quería... —Hacer las cosas mal como siempre —un hombre de edad avanzada lo interrumpe —malos días hija, salgamos de aquí antes de que nos vuele una silla en la cabeza. —No voy a ningún lado con ustedes, no los conozco —el miedo corre por mis venas, más me mantengo firme. —Tienes razón —el hombre may
Isabella Al llegar a Marfa, lo primero que hacemos es ir a casa de mis padres, pero fue un completo fracaso, no nos quedo de otra que regresar a Austin. Una vecina después de la sorpresa de verme, me explicó que mis padres habían ido a la ciudad, y que tenían semanas fuera del condado. Así que solo rentamos una habitación de hotel, para refrescarnos un poco y descansar unas horas. Aprovechamos a dar una vuelta por las calles que guardan recuerdos de mi niñez y adolescencia, comimos en "Chub's", la cafetería donde todos los domingos venía a desayunar con mis padres. Regresamos al hotel y alistamos nuevamente el pequeño equipaje, por suerte el hotel está a cinco minutos caminando de la estación de autobuses, por lo que salimos con bastante buen tiempo. Esta bendita sensación de vacío en el pecho no ha desaparecido desde que veníamos en camino, y ahora se hace más grande, pues a pesar de regresar a mi país, a mi hogar, me siento sumamente desamparada. En verdad ruego porque cu
Clark —Hey, hey, ¿a dónde vas? —me alcanza Frank. —Voy por ella, suéltame —trato de sacarme de su agarre. —Clark —la voz de don Augusto llama mi atención —tratemos de mantener la calma. —No me pida eso, aun estoy a tiempo de alcanzarla. —De echo ella ya está en camino su bus salió hace una hora o un poco más —se acerca su amiga. —Con más razón, si me voy ahora la alcanzo en auto. —¡Ah! —un grito de enfrente nos distrae. Nos vemos unos segundos y Frank, la amiga de Isa y yo salimos corriendo a ver que es lo que sucede; la señora Jenkins, tiene por el cabello a Cecil, y eso no se lo voy a permitir. —Mamá, suelta a mi hermana ¿estas loca? —grita Mateo, quien está sujetado por los brazos de su padre. —Ustedes provocaron esto, mi locura —grita la mujer fuera de si. —¡YA BASTA! —grito haciendo qué paren su circo —parece que usted no se cansa de joder la vida de sus hijos, si no se larga ahora mismo me voy a encargar de que su empresa se termine de hundir. —No serias c
Isabella —Hola —si vos hace que todo mi cuerpo tiemble. —Clark, soy yo, Isabella. La línea se queda en silencio largo tiempo, no hay respuesta del otro lado, creo que no esperaba que me comunicara con él, intento volver a hablar cuando él responde. —Mi mariposa, en verdad ¿eres tú? —se escucha nervioso. —En verdad lo soy, no sabía como comunicar contigo, lo lamento, yo... —¿Dónde estas? Tu amiga me dijo que vendiste a Marfa, pero no te alcancé anoche, ¿estás en casa? Voy en camino —habla tan rápido que casi no entiendo lo que dice. —Estoy en mi antiguo apartamento, no me atreví a llegar al tuyo, no sabía que si estabas o si me aceptarías. —Ni de loco dejo que huyas nuevamente, no sabes lo desesperado que he estado todo este tiempo. —¿Lo sabes? —trago en seco. —Lo sé, don Augusto, me explicó cuando ese desgraciado te llevó junto a Cinthya. Es mucho lo que tenemos que hablar, por favor, solo aguarda por mi, estoy como a tres horas de la ciudad, solo espera —s
Isabella Tengo unos minutos de abrir los ojos, fue bastante el tiempo que no había podido descansar como en estas horas; me estiró cual gatito recién despertando, relajando cada músculo de mi cuerpo. Mi pequeño Steve, me ve con esos bellos ojos iguales a los de su padre y sonrío, me giro y le atraigo a mi pecho abrazando su pequeño cuerpecito. Jugamos largo rato hasta que un olor muy peculiar, hace que me levante, veo su pañalera en el sillón frente a la cama, tomo un pañal y las toallitas. —¡Iug! Alguien se hecho a perder je, je, je, je, vamos a tomar un baño amor. Lo dejo envuelto en su cobijita en lo que lleno la tina a la mitad para poder bañarnos, la dejo a temperatura y mientras el agua cae, salgo a alimentar a este pequeño tragón. Una hora más tarde ya estamos vestiditos y en espera de que su padre llegue, hasta hace unos minutos estaba tranquila, más ahora las mariposas en mi estómago no me dejan en paz. No pude ni probar bocado de los nervios, Magie y la niñera
Clark Trata de disculparse por como actuó, no se ha intentado justificar de ninguna forma, me está contando lo que pasó todo ese tiempo, ha sido tan difícil para ella, para ellos. —Estaba embarazada todavía cuando escapamos, Fabi, se hizo cargo de trabajar y de reunir dinero para poder pagar el parto, no somos ricas ni mucho menos, pero con el trabajo de mesero, digamos que no le iba nada mal en propinas, al contrario, los gringos le dejaban unas muy buenas, ella es muy bella —dice con alegría. —¿Los gringos? Que yo recuerde tu también eres una gringa —reímos, extrañaba tanto su risa. —Si, así me dice Fabi, el punto es que con eso, logró comprar una casita, y fue cuando empezamos esto del negocio, al principio eran eventos pequeños, fiestas infantiles, baby shower. Cuando Steve, cumplió el mes de nacido... —Steve ¿así se llama? —siento un cálido toque en mi corazón. —Así se llama nuestro hijo —me sonríe tiernamente. —Perdón, continúa, es que me gana la emoción. —Lo im
Clark Es la sensación más hermosa del mundo, trato de controlar mi llanto, para no asustarlo. Es tan pequeñito, como lamento no haber estado para ustedes. Se remueve en mis brazos después de varios minutos en calma, me asustó y solo se me ocurre salir en busca de Isa. Están las tres mujeres en la cocina y me acerco con cuidado, pues siento que en cualquier momento se me puede caer. —Isa —llamo su atención —se mueve, se mueve mucho. —¡Oh cariño! —hace un gesto tierno y se retira el mandil par acercarse. —Estaba tranquilo y de repente se empezó a mover mucho —le explico cuando lo retira de mis brazos. —Ya tiene hambre este pequeño, vamos a la habitación, ven —me indica y la sigo. Al llegar la veo tomar una sabanita, toma asiento en la cama y se acomoda para darle de comer a nuestro hijo. Veo la hermosa escena recargado en el marco de la puerta, Isa, levanta la vista, me sonríe y me palmera la cama para que me siente junto a ellos. Correspondo el gesto y avanzo despacio, esto es