SARA
—¿Llevas el arma? — Aiden me volvió a preguntar por encima vez.
—Sí, mi cielo, y también los cuchillos que Marino me regaló — sonreí.
—Ya sabes qué hacer si algo llegase a salir mal, ¿no es así?.
—Nada malo me va a pasar. Confía en mí, ¿sí? Además, sé perfectamente lo que debo hacer.
—En ti lo hago, en ese hijo de puta; «no».
—La idea no es atravesarle este cuchillo tan pronto — sonreí ladeado—. Merece más de nuestra atención.
Miré a Aiden por última vez, dej&eac