—¿Mi Sarita? — murmuró Tessa a mi lado.
—¿Podemos hablar después, Tessa?.Ella asintió antes de retirarse sin decir palabra alguna. Por encima se le nota lo mucho que le gusta Chris.—No se puede negar lo linda y lo buena que estás, preciosura — cortó la distancia entre nosotros y sonrió—. Quedaste muchísimo mejor.Disimulé la furia que estaba haciéndose presente en mi interior. No hay en la tierra hombre más descarado, inhumano, bastardo que este maldito infeliz.—¿Dónde dejaste a los perros que cuidan de ti, mamacita?—Vine a darte el pésame. Siento mucho la muerte de la Sra. y el Sr. Golden — sonreí a medias—. Ellos no merecían lo que les pasó.—Por supuesto que no merecían morir como si fueran