Rita, llegó temprano como siempre a la oficina y todo parecía normal hasta que la secretaria de Adam, llegó corriendo y con cara asustada.
-¿Qué sucede?
-Yo. . . . el señor White, está encerrado en su oficina, le llamo y no quiere abrir la puerta y. . .hay mucho ruido allá adentro, pareciera que está destrozando la oficina.
-¡Vamos!- le respondió Rita, caminando apresurada a su lado, rogando a Dios que no fuese otro ataque. Tenía mucho tiempo que no tenía uno.
-¡Adam, Adam soy yo Rita!- le gritó golpeando la puerta- ¡Adam, abre por favor!, ¡Vamos cariño, déjame pasar!
-¡No!- su voz sonaba estrangulada.
-¡Abre Adam, bien sabes que no me iré hasta que abras la puerta!
-¡Vete, por favor!- aquello parecía un gemido.
-¡No me iré!, ¡Adam, déjame pasar!
Pasaron algunos minutos en los que Rita golpeaba y le pedía a Adam, que le dejara pasar. La secretaria se había retirado asustada sin saber qué hacer. Así que Rita era l